viernes, abril 19, 2024
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Todas las opciones que un refugiado no tiene

“Las personas piensan que nos vamos de nuestro país porque queremos o por capricho”, critica Arianna, una refugiada venezolana en una de las escenas de la película Del otro lado, estrenada a finales de marzo por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Unión Europea. Pero también podría ser parte del discurso de Rosa Ortiz, de 21 años, la actriz que interpreta el papel de esta joven migrante que se vio obligada a dejar atrás su país e iniciar el periplo caminando sola hacia Quito, Ecuador. Ortiz salió con 15 años de Ciudad Bolívar, Venezuela, con su madre, su padrastro y su hermano también hacia la nación andina. “Uno siempre piensa que va a volver”, explica por teléfono. “Pero no tenemos opción. Mi país es invivible”.

En la cinta, las elecciones están a la orden de un clic del espectador, quien se mete de lleno en los zapatos de una refugiada que tuvo que dejar su hogar. La empatía que se genera con Arianna es la que los productores desean que se cree con los más de seis millones de desplazados que huyeron de Venezuela desde que empezó la crisis, en uno de los mayores éxodos del siglo XXI. Medio millón de ellos ha encontrado casa en Ecuador. La realidad virtual permite un paseo junto al miedo, incertidumbre, peligro y la soledad de esta joven. Y también plantearse todas las preguntas que le surgen a ella en el camino: ¿Pido ayuda? ¿Camino sola? ¿Dejo que este hombre me acerque en su camioneta?

Para Ortiz, de 21 años, fueron varias las escenas que no tuvo que interpretar. “Muchos momentos que viví como Arianna, me tocó vivirlos como Rosa. No tuve que fingir la mayoría de lágrimas”, dice. “Fue un trabajo muy demandante, pero uno lo hace porque quiere que esto se cuente. Necesito que cuando me vean, la gente entienda lo que pasamos los venezolanos”. El video puede verse aquí en cuatro idiomas (español, inglés, francés e italiano) con y sin gafas de realidad virtual.

Además de protagonista, Ortiz fue parte del equipo de guion, conformado por decenas de personas migrantes y refugiadas, que fueron moldeando los diálogos y las escenas para que se asemejaran lo máximo posible a la experiencia de ellos. “Para mí fue muy importante que me dejaran aportar, cambiar o quitar”, dice. “Esperamos que este proyecto ayude al público a comprender mejor la valentía y resiliencia que las personas refugiadas y migrantes deben mostrar durante los peligrosos viajes que emprenden”, dijo José Samaniego, director de Acnur para las Américas durante la presentación de la cinta. “Este proyecto resalta la necesidad de seguir proporcionando asistencia de emergencia a los venezolanos que salen de su país, al tiempo que se invierte en soluciones para garantizar que puedan contribuir a sus comunidades de acogida”.

Uno de los miedos en los que coinciden los expertos es en qué otras situaciones de emergencia pueden eclipsar la ayuda humanitaria en este goteo incesante de población venezolana, como la pandemia o la guerra en Ucrania. “Hoy en día, las personas continúan saliendo de Venezuela para huir de la violencia y la inseguridad, así como de la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales”, explica por correo Magda Medina, representante adjunta de Acnur en Ecuador. “Muchos llegan asustados, cansados y con necesidades extremas. Es importante recordar que en el mundo sigue habiendo millones de personas que necesitan nuestra atención y apoyo”.

Para la experta, el arte es un vehículo que facilita la “reflexión de toda una sociedad”. “Su valor más profundo es, precisamente, que puede acercar diferentes realidades a la audiencia. Una de ellas, la migración”, expresa. Andrea Koulaimah, directora del Departamento de Ayuda Humanitaria de la Unión Europea (Echo) para África subsahariana y América Latina, también participante en la conferencia del estreno, fue un paso más allá: “Ya es hora de que pensemos en estas personas como gente que no solo necesita, sino que aporta”.

*Esfuerzos de países vecinos*

Aunque esta parezca ser una crisis perenne, hay varios países aledaños que están tomando iniciativas de acogida y de reconocimiento de derechos de esta población. De los seis millones de venezolanos que ya emigraron, cinco de ellos lo han hecho a países de la región. Principalmente a Colombia y Perú. Según Acnur, ambas naciones, junto con Brasil, Ecuador y Bolivia están llevando a cabo grandes esfuerzos para regularizar y facilitar la integración de las personas refugiadas y migrantes de Venezuela, principalmente con medidas similares al estatuto temporal de protección, que lanzó Colombia el año pasado y con el que ya se han regularizado 1,7 millones de personas.

Ecuador, por otro lado, anunció en junio de 2021 que realizaría un nuevo proceso de registro y regularización, después del iniciado en 2019 y mediante el cual se otorgaron 55.000 Visados de Excepción por Razones Humanitarias (VERHU). “Esperamos que este nuevo proceso pueda beneficiar a la mayor cantidad posible de personas, teniendo en cuenta que alrededor del 62% de las más de 500.000 personas venezolanas que se encuentran actualmente en Ecuador están en condición irregular”, añade Medina.

Para Ortiz, la solución pasa por algo mucho más simple: la empatía. “Yo quisiera que la gente que viera la película se preguntara: ¿qué haríamos nosotros si nuestra familia estuviera en una situación similar? Esa es la mayor herramienta de cambio”.

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