El cuerpo como espacio arquitectónico
El siguiente texto es un fragmento de un texto más amplio que aparece en el libro “Sublevaciones y sublimaciones” editado por la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de México.
El cuerpo es un espacio más de la cultura. “El punto cero del mundo”, según Michel Foucault. Como otros emplazamientos, el cuerpo tiene sus propios accesos, algunos de ellos abiertos y otros exclusivos o íntimos. Como sugiere Christlieb, es común hablar de los espacios “interiores” del cuerpo o hacer referencia a las profundidades del “dentro” del ser “para referirse a los pensamientos y sentimientos que habitan el propio cuerpo”¿Dónde quedan los límites públicos y privados de esa corporeidad? Podemos convenir que el cuerpo se confunde con otros espacios asociados a la individualidad que no son solo materia, están hechos de otra sustancia, una sustancia que sirve a modo de umbral, lugares intermitentes que no son de aquí ni de allá, ni exclusivamente interiores ni exclusivamente exteriores.
Si una entidad resulta compleja al definir los límites entre lo público y lo privado es el cuerpo. Si hiciéramos una convención multidisciplinaria para definir el cuerpo en interacción o el sujeto en interacción, tal vez no llegaríamos a una conclusión satisfactoria. Por ejemplo, si pensamos en la mente como un espacio individual dentro del cuerpo, podríamos suponer que su ubicación corresponde a su localización anatómica; sin embargo, desde una lógica posestructuralista (Segal, 1994) pondríamos en crisis éstacreencia. Como sugiere Christlieb “las entidades psíquicas ya no son como individuos, sino como atmósferas, e invierten el orden del habitante y del habitáculo: la gente queda dentro de lo psíquico”. Con esta afirmación el problema ya no es definir al cuerpo como una entidad a la vez pública y privada, a la vez singular y colectiva, a la vez emocional y racional; el asunto es más complejo y empieza por redefinir nuestras lógicas de pensamiento. Ni las emociones y percepciones están adentro del cuerpo, ni la sociedad y sus convenciones están afuera. El mundo habita dentro del cuerpo al mismo tiempo que el cuerpo está en el mundo.
Sin embargo, cuando se hace referencia a la cualidad relacional del cuerpo resulta más práctico hablar de sujeto; mientras que al hacer referencia a su funcionamiento estructural u orgánico pensamos más en la materia, y decimos que hablamos del cuerpo. En el lenguaje cotidiano utilizamos indistintamente palabras como sujeto, individuo, persona, humano o ser para referirnos al mismo asunto: el cuerpo, ya sea que esté expandido hacia adentro o hacia afuera. Por su parte, en una lógica binaria, “lo público individual ha recibido el nombre de lo consciente; mientras que su parte más privada, alejada, cerrada, recibe el nombre de lo inconsciente” (2004: 35). Esto último, ironiza Christlieb, “hace pensar que hay un lugar en el cuerpo donde nosotros somos visitas de nosotros mismos, forasteros de nuestro propio cuerpo”.