REDACCIÓN
“Ni el paraíso prometido ni el infierno pronosticado en materia laboral”, es el balance que hace el experto Jorge Sales Boyoli, quien consideró que hay claroscuros en este sector, ante el Primer Informe de Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo con el catedrático del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), los retos del gobierno federal son, por un lado, recuperar su calidad de empleador, tras los despidos masivos en el sector público, y por otro, la implementanción de la reforma laboral.
En entrevista con Notimex, Sales Boyoli aseveró que dicha reforma, que entró en vigor en mayo de este año, es quizá la más importante de los últimos 50 años en México en el ámbito laboral.
Por ello «el gran reto está en cómo conciliar los derechos de los trabajadores, de tener o no un sindicato, las nuevas reglas del juego para los sindicatos, cómo conciliarlos con la inversión y la generación de empleo”, expuso.
Señaló que la generación de empleos es baja y ello se suma a los despidos en los sectores público y privado, los cuales obedecen a factores multifactoriales como el entorno económico global de recesión, el plan de austeridad, recortes presupuestales que aplicó la administración federal y a la falta de inversión.
“Es de justicia señalar que en el gobierno había demasiados excesos en términos de empleo y de personas contratadas y demás, me parece que el gobierno tiene la obligación de recuperar su calidad moral como empleador, es el principal empleador en el país”, indicó.
Abundó que la falta de inversión generó despidos y provocó un fenómeno diferente en el sector privado, en el que no se reponen las plazas que se desocupan, en espera de ver señales económicas de mayor certeza.
“La cancelación de grandes proyectos, que esta semana se empiezan a ver luces de reactivación, creo que también llevaron a que el mercado laboral tuviera este bache en el que se encuentra, pero vemos con optimismo hacia lo que resta del año que por lo menos no va a continuar la caída de empleos formales”, confió.
El experto mencionó que en 2018 se generaron 476 mil empleos, luego de que en noviembre de ese año se habían generado un millón de empleos y para diciembre vino una caída importante de más de 600 mil puestos, mientras que la meta para julio de 2019, era de 600 mil empleos y sólo se lograron 289 mil formales.
Estos datos, opinó, eclipsan los buenos resultados y este es un tema de política laboral que deberá ponerse atención a él en lo que resta de este sexenio y de este año.
Respecto a la tasa de informalidad laboral que en 2018 era del 56.7 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), en el primer trimestre del año en curso pasó a 56.9 por ciento, dijo que “no es un crecimiento que deba alarmar, pero sí debiera prender un foco amarillo”.
En sentido contrario, un tema positivo es el crecimiento en los registros del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pues en 2018 hubo 118 mil asegurados y en lo que va de 2019 hay 121 mil
Además, Jorge Sales Boyoli añadió que se logró reducir -aunque marginalmente- la pobreza laboral en el país, al pasar de un un índice de 39.1 por ciento en 2018 a 38.7 por ciento en la actualidad.
El también abogado experto en temas laborales consideró que la parte más plausible del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador es el cambio en la cultura sindical de este país.
“A partir de la reforma laboral del 1 mayo de 2019, se ha planteado un nuevo modelo de gestión sindical, donde se crea un marco jurídico donde se puede contribuir a la desaparición de los sindicatos «blancos» y de los contratos de protección, donde se empodera a los trabajadores y se quita ese gran coto de influencia que tenían los líderes sindicales.
«Se vuelve una democracia libre directa y secreta en materia sindical, cuyos dueños van a ser los trabajadores. Desde ese punto de vista, si se juzgara solamente desde ahí, el resultado sería altamente positivo”, afirmó.
En cuanto a programas sociales como el de Jóvenes Construyendo el Futuro, Sales Boyoli opinó que son planes que inciden en el corto plazo y no en la visión largoplacista, ya que carecen de un componente educativo importante.
“Está claro, por experiencias en otros países, que la única forma de generar movilidad social en una economía y en una sociedad es con educación, y la movilidad social lleva al cierre de la brecha de desigualdad.
«Esos programas dan un impulso a las cifras en el corto plazo porque emplean a gente joven, pero cuando se le quita este componente educativo, el reto se modifica”, puntualizó.