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Foto Especial

JORGE “EL TRAVIESO” ARCE

La historia del chico que inspiró al mundo

Por Monick Huitrón

Desde que estaba plebito destacaba por su carisma y por su actitud entrona; un día lo corrieron de la escuela por peleonero y su mamá le dijo que si tanto le gustaba pelear, que lo hiciera de a de veras; de manera profesional. Creció en una colonia popular allá en Los Mochis, su tierra natal, viendo a don Oscar, su padre, trabajar duro en el ingenio azucarero. Cuando tenía siete años, ya  se ganaba su dinero como empacador en un supermercado, después como taquero y más tarde, como mensajero. Aunque su realidad era difícil en lo económico, sus sueños eran muy grandes: cuando pasaba por las agencias de autos, se detenía y los observaba largo rato; una tarde, se subió a uno de esos lujosos coches y mientras soñaba con manejarlo, uno de los empleados lo corrió y le dijo que se bajara porque lo iba a ensuciar y que además, ni lo iba a poder comprar porque solo era un simple mensajero. Con lágrimas en sus ojos por la humillación, Jorge se juró que un día, se compraría el auto que quisiera.  Pronto, la vida le soltó una carta que, con coraje y determinación, supo jugar: una tarde, el 13 de abril de 1992, su padre sufrió un terrible accidente en el que resultó con quemaduras graves y el diagnóstico médico era el peor; esa noche, al pie de la cama, Jorge le prometió a su padre que si se salvaba, él, sería Campeón de Mundial de Boxeo. Al paso de los meses, su padre sale de terapia intensiva y El Travieso empieza a darle forma a su sueño y a aquella promesa; empezó a entrenar duro pero no encontraba el camino para convertirse en boxeador reconocido porque no había buenos promotores.  Así que, pensó irse de mojado a los Estados Unidos  porque su urgencia era ayudar a su madre en los gastos de la casa. Sin un peso en la bolsa y con el corazón destrozado por tener que dejar a su familia, se fue pidiendo aventón hasta llegar a la frontera de Nogales; durante un mes vivió los días más difíciles de su vida, medio comiendo, durmiendo debajo de los puentes y cruzando el cerco más de cincuenta veces porque la migra lo agarraba y lo regresaba. Tenía solo 14 años. Al final, Jorge decidió irse para Tijuana y aguantó como los valientes, todas las adversidades propias de quien está dispuesto a pelear por un sueño. Por fortuna, conoció a Fernando Beltrán, un joven promotor que, en cuanto lo vio, decidió apostar por él y, en ese momento, empezó a cumplirse el destino de nuestro Travieso. Debutó a sus 16 años y llegó el día de su primera pelea de carácter internacional por el Campeonato Mundial de peso mosca; era la noche del 5 de diciembre de 1998 y en ringside, estaba su padre, siendo testigo de una promesa cumplida al ver a su hijo convertirse en Campeón. Pero también estaba Julio César Chávez, el máximo ídolo de Jorge, que en cuanto lo vio sentado en primera fila, se creció. A esta noche le siguieron otras tantas en las que le tocó levantarse con el cinturón, y otras, caer, pero siempre como los grandes, dejándolo todo sobre el ring. A diferencia de sus colegas, su carisma lo llevó a trascender al box; al Travieso le gustan las cámaras, la fama y que la gente lo quiera, por eso ha participado en proyectos televisivos ajenos al deporte que elevaron su popularidad y, que además, sumaron varios ceros a sus cuentas bancarias. Es un chico inteligente que sabe lo que vale como figura y si le pagan lo que pide, le entra. Televisa y Televisión Azteca pueden dar testimonio de los altos niveles de audiencia que registraban las peleas del Travieso, así como de la fila de patrocinadores que pagaban por aparecer entre cortes comerciales. Pero ni la fama ni el éxito lo cambiaron, sigue siendo el mismo Travieso que una tarde salió de sus Mochis con un objetivo bien claro: Convertirse en una figura importante del boxeo, inspirado siempre en su padre que nunca pudo cumplir ese sueño porque su madre no se lo permitió. Y tampoco olvidó su objetico de ayudar a su gente, convirtiéndose en el más grande apoyo económico para su familia. Han pasado muchos años y en las páginas de la historia del deporte, su nombre está escrito con letras doradas; el próximo 19 de enero se cumplen 20 años del debut del Campeón, de aquella su primera pelea profesional por la que le pagaron 400 pesos, y la fiesta será en grande, porque así es como se celebra la vida de un hombre que se atrevió a desafiar las adversidades y que nunca se rajó, ni siquiera cuando no tenía un taco que llevarse a la boca, o cuando le tocaba dormir en el piso de la terminal de camiones. Hoy, convertido en una leyenda viva,  El Travieso es el claro ejemplo de que, si naces pobre, no tienes por qué morir igual.  Basta con tener un poquito de coraje y voluntad para demostrarle al mundo que los sueños más grandes, se pueden alcanzar. Después de muchos años y aún con lágrimas en los ojos, Jorge recuerda las burlas de la gente cuando lo escuchaban decir que un día sería Campeón del Mundo. Cuando le decían que iba a terminar loco y en la miseria por ser boxeador. Han pasado ya dos años de su retiro de los cuadriláteros y sus marcas han sido insuperables para los que vienen detrás: 64 victorias,  49 por nocaut, sólo 8 derrotas y un par de empates. En su vitrina lucen 7 cinturones de Campeonatos Mundiales en cinco diferentes categorías, hazaña que ningún otro boxeador mexicano ha logrado. ¿Que cómo le hizo? Pues creyendo que lo lograría, trabajando bien duro y, sobre todo, cada vez que se ponía los guantes, dejaba su alma y su corazón en ellos.

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