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El segundo mandato de Trump podría redefinir la diplomacia de Estados Unidos, acercándola a líderes autoritarios

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FOTO: Especial

Redacción

Un posible segundo mandato de Donald Trump podría marcar un giro significativo en la política exterior de Estados Unidos, alejándose de sus alianzas tradicionales y acercándose a líderes populistas y autoritarios en diferentes partes del mundo. Varios políticos y observadores coinciden en que la relación de Trump con figuras como Viktor Orbán, Recep Tayyip Erdoğan, Narendra Modi y Javier Milei refleja una tendencia hacia un tipo de liderazgo que favorece políticas nacionalistas y autoritarias, lo que podría redefinir las prioridades diplomáticas de Washington.

Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría, expresó su confianza en la victoria de Trump y proyectó que su reelección traerá consigo un cambio favorable en Occidente, lo que él considera será una mayoría de fuerzas políticas a favor de la paz. Orbán, conocido por su enfoque de «democracia antiliberal», ha sido criticado por su estilo de gobierno, que ha incluido restricciones a la libertad de prensa, ataques a los derechos de las minorías y una relación cercana con el presidente ruso Vladimir Putin. Para Orbán, el regreso de Trump podría representar un respaldo importante a su visión política, que se distancia de los valores democráticos liberales promovidos por la Unión Europea.

En Rusia, Putin también ha mostrado una actitud cordial hacia Trump, quien ha evitado criticar al líder ruso y ha hablado en términos elogiosos sobre él. Trump ha sido un crítico recurrente de la OTAN y ha sugerido que, en su mandato, Estados Unidos podría adoptar una postura más permisiva hacia las acciones de Moscú, lo que podría tener un impacto considerable en la guerra en Ucrania. Según algunos analistas, la victoria de Trump podría favorecer los intereses rusos, especialmente si el presidente de EE. UU. se dedica a sembrar discordia dentro de la Alianza Atlántica y presiona a sus aliados para que cumplan con sus compromisos de gasto militar.

El primer ministro indio, Narendra Modi, quien ha cultivado un estilo de gobierno que prioriza el nacionalismo hindú, también se ha mostrado favorable hacia Trump. Aunque Modi ha sido criticado por su retórica divisiva hacia las minorías musulmanas en India, su apoyo a las políticas populistas y su enfoque en fortalecer la identidad hindú le ha valido el respaldo de una gran parte de la población. Si Trump regresa a la Casa Blanca, es probable que la relación entre ambos países se fortalezca, en especial en términos de cooperación económica y estratégica, aunque los críticos advierten que el modelo de liderazgo de Modi podría generar tensiones dentro de la democracia india.

En América Latina, el presidente de Argentina, Javier Milei, ha adoptado una postura similar a la de Trump, cuestionando las instituciones democráticas y favoreciendo un discurso populista. Milei, quien ha mostrado un desdén por las instituciones multilaterales, como la ONU, y ha minimizado las atrocidades cometidas durante la dictadura militar de Argentina, ha declarado abiertamente su apoyo a Trump. En el contexto de la crisis económica que enfrenta Argentina, Milei ve en una posible victoria de Trump una oportunidad para presionar al Fondo Monetario Internacional (FMI) a proporcionar más asistencia financiera a su país, siguiendo el ejemplo de los rescates de la administración Trump a economías como la argentina durante su primer mandato.

Por otro lado, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, quien también ha forjado una relación cordial con Trump, se ha beneficiado de la retórica populista que ambos líderes comparten. A pesar de las tensiones entre sus gobiernos, como la disputa por la compra de sistemas de defensa rusos por parte de Turquía, Erdoğan y Trump han mantenido una relación pragmática. Ambos comparten una visión de los intereses nacionales como prioridad, y Erdoğan ha aprovechado el enfoque de Trump hacia la política exterior menos intervencionista, lo que podría seguir beneficiando a Turquía en caso de un regreso del expresidente estadounidense.

Además, el primer ministro eslovaco, Robert Fico, ha seguido una trayectoria similar en cuanto a sus posturas prorrusas y su desconfianza hacia las instituciones occidentales. Fico ha criticado abiertamente la estrategia de Occidente en la guerra en Ucrania y ha mostrado su oposición a las sanciones impuestas a Rusia. Al igual que Orbán, Fico ha elogiado a Trump por su actitud más flexible hacia Moscú y su escepticismo sobre el orden internacional liberal.

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