* Asegura cardenal salvadoreño.
Ciudad del Vaticano.- El Papa Francisco está destinado a sufrir una «crítica feroz» porque ha tomado algunas decisiones «totalmente revolucionarias» como hacer cardenales a clérigos impensados, pero él lo sabe y «se lo toma con un grandísimo sentido del humor», afirmó Gregorio Rosa Chávez.
El clérigo salvadoreño, quien recibirá la dignidad de cardenal el próximo 28 de junio en El Vaticano, insistió que el pontífice «no se hace problemas» ni le «quita el sueño» que lo critiquen y eso debería ser «una gran lección».
«Uno a veces se deprime porque no sabe leer más allá, (pero) él mira más allá, a Jesús que va a adelante con los pies ensangrentados. Va a poner sus pasos en las huellas del señor que muchas veces no son de gloria, son de sufrimiento», indicó en entrevista con Notimex.
«El Papa nos enseña a ver una cruz que se ilumina y da al mundo una esperanza, así de sencillo es el mensaje, así de actual y necesario en el mundo de hoy», añadió.
Rosa Chávez es uno de los cinco nuevos cardenales que recibirán el birrete colorado de manos de Francisco la tarde del próximo día 28 en la Basílica de San Pedro, durante un Consistorio Público que sorprendió a todos los observadores vaticanistas que no llegaron a prever una inminente ronda de purpurados.
El caso de Rosa Chávez es especial, pues será el primer cardenal en la historia de El Salvador y, además, el primer clérigo en la historia de la Iglesia en alcanzar esa dignidad siendo obispo auxiliar. Esto mientras su superior directo, el arzobispo de San Salvador, no goza de esa distinción. Un caso inédito que provocó una «sorpresa total» en el distinguido, como él mismo lo reconoció. Aseguró que no había tenido ninguna señal previa que le indicase hacia dónde se inclinaría el pontífice argentino.
«Me enteré a las cinco de la mañana, cuando en Roma era la una de la tarde, cuando una religiosa me llamó para darme la noticia, yo creí que era una broma, me explicó que no, que era algo totalmente confirmado. Entonces me quedé con un largo silencio, desconcertado, abrumado», explicó.
Eso ocurrió el 21 de mayo pasado cuando, desde la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico, Jorge Mario Bergoglio anunció ante la multitud su decisión de «crear» cinco nuevos cardenales. A ninguno de ellos le había informado con antelación. Rosa Chávez es obispo auxiliar de San Salvador y su caso es el ejemplo más claro de la decisión del Papa de ignorar el protocolo a la hora de asignar los birretes cardenalicios.
En sus cuatro consistorios, Francisco ha decidido premiar a personajes desconocidos de países marginales y dejar de lado a importantes arzobispos de las llamadas «sedes cardenalicias».
«A mí me sorprende porque eso quiere decir que nunca se habría podido pensar en esto que pasó, sólo en la mente del Papa pueden pasar cosas como éstas», añadió el purpurado, refiriéndose a su elección.
Reconoció que su primer pensamiento, cuando se enteró de la noticia, fue que no merecía tal «gracia» y «responsabilidad». Y después se preguntó: «¿por qué el Papa lo hizo?». La misma interrogante que pasó por la mente de muchos, en Roma y en otras latitudes.
¿Por qué forzar una situación inédita, y hasta incómoda eclesiásticamente hablando, dándole la púrpura a un auxiliar? «Aún no tengo la respuesta objetiva a eso. He oído tantas cosas de la gente al respecto. Sé que Romero está detrás de esto, pero el cómo y el por qué ya el Papa me lo dirá, no quiero adelantarme», abundó.
Consideró que el desvincular el título de cardenal de la ciudad o la sede cardenalicia es una decisión «totalmente revolucionaria», ya que antes era obligatorio que tal o cual ciudad tuviese un cardenal, recordó.
«Eso quedó totalmente superado y es una revolución. Él lo dejó muy claro que nos quiere a su lado para gobernar la Iglesia, porque necesita a su lado gente en la cual puede confiar», estableció.
Destacó además como «muy bonito» el no dejarse condicionar por las críticas, porque se necesitan hombres libres en Cristo, como Bergoglio.
Para Rosa Chávez, todo se debe a Óscar Arnulfo Romero, «monseñor Romero, el obispo de los pobres», quien fue asesinado mientras celebraba la eucaristía el 24 de marzo de 1980 y cuya memoria fue víctima de una lucha ideológica mundial que se coló dentro de la Iglesia, en plena Guerra Fría.
«Pienso que esto es un homenaje a él y lo voy a recibir en su nombre. Él mereció esto, Dios se lo dio antes cuando le dio la purpura de su sangre martirial, así que estoy con mucha paz porque todos relacionan esto con Romero. Eso me da a mí mucha paz, y también mucha tranquilidad», explicó.
Estableció que Francisco sueña una Iglesia pobre y para los pobres, que es la misma Iglesia que soñaba Romero y el Papa quiere que esa Iglesia, «un poco en penumbras» sea visible ante el mundo.
«El Papa tiene claro cuál es el sueño de Dios en este momento. Un mundo con tanta mala noticia, con tanta incapacidad de ser solidario, un mundo que levanta muros a cada rato, tenemos el caso norteamericano en este momento», afirmó. «Tender puentes es la gran ilusión del Papa, toca eso, ayudarle a construir los puentes. Y sin eso no hay alegría en el mundo, no hay paz ni un futuro digno para nadie. Todos vamos a perder si no somos constructores de puentes», señaló.