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Guerrero, el Quinto Informe y los olvidados

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POR Alberto ABREGO

“Es mi convicción que el principio y fin de todo gobierno democrático es el servicio a la sociedad que representa. Guerrero es nuestra razón de ser y no nos mueve mayor interés que fortalecer sus capacidades, promover el bienestar de sus habitantes y contribuir con certidumbre a la construcción de un mejor futuro”

Héctor Astudillo Flores, Gobernador de Guerrero, Quinto Informe de Gobierno

 

Estudios del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) ubican a Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz, en ese orden, como las entidades donde habita la mayor cantidad de gente en condiciones de pobreza en la última década.

 

En el estado de Guerrero, datos del año 2018 señalan que, a pesar de una mínima mejoría, el 26.8 % de los guerrerenses padece pobreza extrema, el 58 % no cuenta con servicios básicos y el 35 % carece de acceso a la alimentación. El ingreso per cápita en el estado de Guerrero es de los más bajos del país, y diversos estudios señalan a la Región de la Montaña con mayor índice de marginación y atraso, con muy bajos niveles económicos, educativos y de salud.

 

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los niveles de miseria en algunos municipios de la Región de la Montaña son más graves que en países africanos como Mali o Malawi, y según sus cifras más recientes, en esta zona el 66 % padece pobreza alimentaria, el 72% no tiene recursos para acceder a servicios de salud y educación, el 40% de personas mayores de 15 años no sabe leer ni escribir, el 85% no completó la instrucción básica y el 85% no posee un patrimonio propio, acentuándose estas precarias condiciones en el Municipio de Cochoapa el Grande, que ocupa el primer lugar en pobreza extrema del país. La Región de la Montaña, en Guerrero, comprende 17 municipios, la mayoría de ellos en abandono y marginación por parte de sus gobiernos, y es testigo de un creciente deterioro de sus recursos naturales, pues sus enormes extensiones de bosques representan un botín irresistible para empresarios sin escrúpulos que mantienen una explotación indiscriminada de sus recursos forestales.

 

Además, la entidad es una de las más violentas del país, y sus habitantes son víctimas de la inseguridad que causan los grupos armados de la delincuencia organizada, que ante la falta de autoridad, o en complicidad con ella controlan y amenazan a empresarios de todos los rubros. El narco, las bandas delincuenciales de secuestradores y extorsionadores asfixian al estado en una pesadilla que inició hace varios años y que parece no tener fin.

 

Todo lo anterior, contrasta con las alegres cifras y resultados que presenta el actual mandatario Héctor Astudillo Flores en su Quinto Informe de Gobierno, en el que destaca obras públicas, infraestructura para la salud e infraestructura para la educación principalmente en Acapulco y Chilpancingo, algunas obras en la Región Norte y Centro, y apenas mencionó la zona de la Montaña Alta de su entidad.

 

Se rehabilitó el Parque Papagayo, Se entregó una Unidad Médica en Cruz Grande y un Centro Preventivo para el Cáncer en Chilpancingo, se amplió un Centro de Rehabilitación en Acapulco, Se invirtió en una alberca para la Normal Superior y una cancha de fútbol en la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos, sí, esa de donde secuestraron 43 estudiantes que aún no aparecen, y el gobernador no hace más que lamentarse. Se invirtieron algunos millones, sobre todo en movilidad urbana, en carreteras, se apoyó al turismo en las zonas de Acapulco y Zihuatanejo, se impulsó la minería, hubo lamentos por los 20 mil contagiados por el Covid y por los aproximadamente 2 mil decesos, se realizaron campañas de concientización, espectaculares y spots de radio y televisión para prevenir contagios, se remodelaron y entregaron algunos hospitales en Coyuca, Chilapa y Ometepec. Se lograron muchas cosas.

 

¿Y en la Región de la Montaña?, ¿cuántos hospitales?, ¿cuántas unidades médicas en Xalpatláhuac?, ¿cuántos mensajes de televisión en el municipio de Cochoapa el Grande, si en varias comunidaes no conocen la energía eléctrica, mucho menos el internet?, ¿cuántos apoyos alimentarios en Atlamajalcingo del Monte?, ¿cuántas escuelas en Acatepec?, ¿y en Metlatónoc?, ¿cuándo fue la última vez que el gobernador visitó algunas comunidades del Municipio de Cualác?, ¿y de Copanatoyac? ¿y de Tlalixtlaquilla de Maldonado?, ¿en campaña?, ¿o ni siquiera conoce esos lugares?, ¿o ya ni los votos de esa gente le sirven?

 

En 164 páginas de su Quinto Informe de Gobierno, Astudillo Flores apenas si menciona algunas de esas comunidades, pero resalta sus acciones de gobierno en las ciudades que sí le importan, que sí le producen, y que sí le generan. En sus cinco años de gobierno poco o nada le ha importado la realidad ofensiva e indignante en que viven los marginados de la montaña.

 

Los apoyos en zonas urbanas y turísticas no son malos, lo malo es mentir y olvidarse de aquellos a los que  tratan como “guerrerenses de segunda”. Lo que no es admisible, ni correcto, ni moral es fingir y condenar al abandono a aquellos que no tuvieron la fortuna en nacer en ciudades turísticas. Al presumir sus logros parciales y discriminatorios los políticos se esmeran en creer, difundir y restregarnos que somos un pueblo de retrasados mentales. Es la inevitable naturaleza corruptora del poder, que trata de condenar a los marginados a la desesperanza.

 

“Guerrero es nuestra razón de ser…”, dice Héctor Astudillo Flores. Tal vez solo la parte de Guerrero que se ve, la que tiene aeropuertos, hoteles internacionales, centros comerciales y playas. Porque el otro Guerrero, el invisible, el del abandono, el de las carencias, el que muere de hambre, el que lo único que tiene son las ganas de vivir, ese ni lo ve, ni le importa.

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