martes, noviembre 19, 2024
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La deconstrucción de México

POR Isidro O’SHEA

Muchos nos resistíamos a pensar a la 4T y al gobierno de López Obrador como un nuevo régimen, y no porque nuestro régimen político fuera perfecto, sino simplemente porque es joven, y por ende era ilusorio ser severamente exigente con una democracia tan reciente. Aun así, debemos decir, que se veían cambios benéficos a comparación de hace 20 años, antes de que la transición democrática en México.

 

A pesar de ello, ya no es latente sino evidente, que efectivamente, nuestro actual presidente quiere cambiar el régimen político nacional. Sin embargo, es importante pensar también, que no se trata únicamente de sus deseos, sino también de las posibilidades que el presidente tenga. Por ello será sumamente relevante el 2021, año en el cual los ciudadanos nos deberemos manifestar a través del voto.

 

A pesar de que hoy día, no me atrevería a decir que AMLO es tan fuerte como para no ser derrotado en el 2021 y asimismo en el 2024, es cierto que todo lo sucedido la semana pasada marcó un parteaguas no solamente para la administración de este, sino también para el régimen y el Estado mexicano, parteaguas que no fortalece, sino que debilita al Estado y de alguna forma da la razón a aquellos que afirmaron durante mucho tiempo que López Obrador era un personaje digno de temer. Ahora el Financial Times y otros medios internacionales no dudan en señalarlo como el nuevo modelo del autoritarismo latinoamericano.

 

Sin abordar con profundidad el tema, es claro que la semana pasada, la Suprema Corte atentó contra el Estado de Derecho y las leyes mexicanas, con una decisión que contradice a nuestra Constitución. En diversas entrevistas el Ministro Presidente de la SCJN, Arturo Saldivar afirmó, que en ningún lugar está escrito que el Poder Judicial no puede tomar nuevos caminos o hacer las cosas de forma distinta; muy probablemente se le olvidaron las clases de civismo de primaria, donde a todas y todos nos enseñaron la división del Estado en 3 poderes, donde el judicial sanciona a través de las leyes ya hechas, y no las crea.

 

También la semana pasada, pusieron el cuchillo sobre la yugular de la administración pública, al querer desaparecer más de 100 fideicomisos que apoyan un gran abanico de causas: ciencia; universidades públicas (CIDE, COLMEX, etc.); cine; pacientes con VIH; emergencias de desastres naturales; etc. argumentando que estamos frente a una emergencia sanitaria que debe ser atendida, misma que no fue atendida en su peor momento.

 

En paralelo y en contradicción a la necesidad de atender la emergencia sanitaria con dichos recursos (más de 70 mil millones de pesos), los diferentes portavoces del gobierno afirman, que aquellos que hoy día son beneficiarios de los distintos fideicomisos no deben preocuparse, pues sus apoyos seguirán llegando ¿entonces para qué el cambio? y ¿cómo es que intentan “según” enfrentar la crisis sanitaria con los mismos recursos?

 

Lo más aterrador de intentar hacer uso de los fideicomisos: no todos los recursos de estos provienen de dinero público, sino también de entidades privadas; asimismo muchas de ellas son fundaciones u organizaciones extranjeras que confían específicamente en ciertas causas y dependencias; no en el gobierno federal. Adicionalmente, el dinero de fideicomisos representa de manera intrínseca un etiquetado, mismo que no quiere ser respetado por la 4T, al proponer que las secretarías de Estado puedan hacer uso de estos recursos de manera discrecional. Así pues, el dinero que hoy es destinado a apoyar a estudiantes de universidades de prestigio podría ser utilizado para comprar cachitos de la rifa de “Los Pinos” en el 2021.

 

Por cierto, hablando de la rifa, si ya todo era una parodia, ayer nos enteramos de que la mal llamada secretaria del Bienestar quitó a una jefa de familia de una Telesecundaria de Veracruz, un billete premiado con 20 millones de pesos.

 

Simplemente, con sucesos del transcurso de una sola semana se evidencia la continua deconstrucción del país, deconstrucción que lleva ya casi dos años.

 

En teorías de liderazgo vinculadas con la Ciencia Política, se les conoce a aquellos que fundan o se desarrollan en una nueva etapa o régimen político como Líderes Fundacionales. Los liderazgos fundacionales se suelen dividir en dos, los transaccionales que únicamente responden a la inercia de los sucesos y de aquello que los llevó al poder, y los transformadores como aquellos que mediante la creación de nuevas instituciones buscan que el Estado y las condiciones de los sistemas democráticos y ciudadanía mejoren.

 

Así pues, podríamos pensar en que López Obrador desea a costa de todo ser recordado como un líder fundacional, sin embargo, también quiere ser recordado como un líder transformador, pero sus transformaciones más que hacernos avanzar mediante la acción y mejora de instituciones, han sido única y exclusivamente un reflejo del constante deseo de derrumbar lo que hasta hoy teníamos, sin hambre de construir y mejorar para los mexicanos.

 

En síntesis: lo poco que habíamos logrado, hoy lo están destruyendo López Obrador y la 4T, sin proponer ni crear absolutamente nada. Y así como en el futbol, estamos siendo testigos de que también en la administración pública es 100 veces más fácil destruir que construir.

 

¡Que los verdaderos líderes del mundo nos amparen!

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