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Trípode

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Eduardo H’Limón Cervantes

* Votar, nuestro deber ciudadano.

Habrase visto tal desfachatez. Este 14 de marzo, con toda la pinta de nini, greñudo, bigotón y con una facha de que no se ha bañado en semanas, se aventó la puntada de decir: «Yo no voy a votar porque es una farsa, no es mi deber ciudadano». Así se expresó el vocalista de la banda Café Tacuba, Rubén Albarrán.
Pobre tipo que no sabe ni lo que quiere, primero dice una cosa y luego otra. De cara a las elecciones del presente año dice que no votará e insta a la juventud que le sigue a no votar; pero en un concierto del año de 2012, el mismo pelafustán mugroso salió a defender el voto y no anularlo, porque según él, la falta de votantes beneficiaría al voto duro del PRI y, en aquel entonces, convocó a votar por Andrés Manuel López Obrador. Debería el Tribunal Electoral sancionar a este bigotón nefasto que daña a la democracia del país.
Pero en este año llama a no votar. ¿Habrá salido de la greña con AMLO?. Ahora bien, ¿no votar para qué? Quienes abogan por anular el voto? ¿Qué proponen? ¿Deslegitimar al régimen? ¿Contribuir a que todo empeore para que todo mejore? ¿Cómo? ¿Por la vía insurreccional? ¿Bajo qué liderazgo? La maquiavélica idea de anular el voto para castigar al poder con el látigo de nuestro desprecio es totalmente un suicidio.
Ante la nueva reforma electoral y con toda la maquinaria nueva del Instituto Nacional Electoral (INE), el proceso electoral que se avecina puede marcar el inicio de una nueva etapa en la vida de México.
Las elecciones son un elemento a considerar, y es determinante como punto de partida para ejercer un buen gobierno, por lo que cada vez se hace más necesario que los procesos electorales sean cada vez mejor, más transparentes pero sobre todo que sea un elemento indispensable para la democracia. El voto es una forma de cambiar pacíficamente a nuestros gobernantes y lograr el gobierno que anhelamos, el voto nos permite hacer un recuento del pasado y buscar mejores oportunidades de futuro. Recordemos que votar es un derecho, pero también una obligación como ciudadano.
Algunas personas piensan que el voto nulo es una opción, sin embargo, quien anula el voto no toma una decisión sobre algo preciso, sólo anula su derecho y deber. Salgamos a ejercer nuestro derecho al voto, que sea una fiesta democrática realizada por los ciudadanos, decidamos nosotros a quién le encargaremos que sean nuestros representantes para la edificación de nuestra ciudad y para una sociedad justa, próspera, equitativa, legal, en donde el bien común sea el signo distintivo de la ciudadanía. ¿No votar? No, gracias, yo no me dejo influenciar por un nini mugroso pelos parados.
Y como decía mi compadre Chón: «Recuerde compadre que no se puede hacer una revolución para tener la democracia. Debemos tener la democracia para hacer una revolución».
E-mail: limon@localhost
Twitter: @edulimon76

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