* Sus hijos lo celebran en medio de litigios legales y escándalos
Por Monick Huitrón
Hace dos años en Santa Mónica, California, murió de un infarto agudo y el mundo se estremeció ante la noticia, que todavía no terminábamos de digerir, cuando nos enteramos que había sido cremado inmediatamente. Así, sin recibir los honores que su país hubiera querido darle y despedirlo como lo que fue: un grande entre los más grandes.
Hoy, siguen las sospechas de que en realidad no haya muerto, debido a lo rápido que fue el proceso de cremación, sin esperar siquiera a que alguna autoridad diera fe y legalidad del fallecimiento. Y, es que, no hay una sola persona, más que su heredero universal, que pueda asegurar que vio su cuerpo sin vida; dice su ex representante que una empleada doméstica fue quien le aviso del deceso, pero las dudas tienen sus fundamentos. Mire, hemos sido testigos de la muerte de tantos grandes personajes, y a todos, se les han realizado misas de cuerpo presente, ceremonias de homenaje y han sido despedidos por el público, incluso, con el ataúd abierto. Y, cuesta mucho entender que una figura del tamaño de Juan Gabriel, haya muerto y que sus hijos no hayan tenido el tacto y la capacidad de entender que su padre le pertenecía al mundo. Y, cuesta más entender cómo pasaron las cosas, porque él amaba a su público y no puedo imaginar que no haya querido ser despedido entre aplausos y ovaciones; ¡es lo que más amaba Juan Gabriel! El aplauso y el cariño de la gente.
En estos 24 meses sin Juan Gabriel, ha pasado de todo entre la familia y sus hijos, que no dejan de cuestionar el hecho de que, sólo a uno de ellos, le haya dejado todo, siendo que a todos los quería por igual. Se han abierto juicios en México y en Estados Unidos, pidiendo que se verifique la autenticidad del testamento, que también se cambió poco antes de la muerte del divo, pero no ha prosperado para los demandantes.
Ahora, es don Pablo Aguilera, hermano del cantante, quien arremete contra Iván, el heredero universal de la fortuna de Juan Gabriel, y pide que se le practique una prueba de ADN para comprobar que sea hijo de Juanga, y quiere también, convertirse en albacea de la fortuna. Todo esto se da, después de que Iván le pidiera desalojar la casa en la que vive y que le prestó su hermano desde mucho antes que muriera. El señor es mayor de edad y no tiene a donde ir, pero eso a Iván no le interesa, y lo hace porque su tío ha estado apoyando a otros de los hijos del cantante que reclaman un poco de la herencia, exhibiendo la ambición desmedida de su hermano.
En fin, mientras el mundo lo recordará y lo celebrará de diferentes maneras, sus hijos no logran ponerse de acuerdo para honrar la memoria de su padre, y continúan en medio de escándalos y demandas, unos contra otros. Y, se les olvida que el ejemplo que siempre tuvieron de él, fue el de ser discretos y reservados con su vida privada.
Por lo que a nosotros toca, seguiremos cantándolo y gozándolo como lo hicimos todo el tiempo que lo tuvimos en vida.