REDACCIÓN
“Chimalli. Tesoro de Moctezuma en Chapultepec” es mucho más que una exposición abierta en el icónico Castillo bordeado por ese bosque, es la biografía de una pieza excepcional, de un escudo prehispánico de singular belleza y valor histórico; es uno de cuatro que existen en el mundo.
De acuerdo con las curadoras Laura Filloy y María Olvido Moreno Guzmán, en el campo de batalla el chimalli (escudo circular) fue una poderosa arma defensiva de los guerreros mexicas.
La pieza que ahora se exhibe cruzó dos veces el Atlántico: salió de México en el siglo XVI en el umbral de la Conquista y regresó en el XIX.
En torno a esa pieza, el discurso curatorial reúne más de 300 objetos entre piezas de arte plumario y arqueológicas, óleos, armas, taxidermia, litografías y documentos procedentes de diversas instituciones y museos.
En el siglo XVI salió de México junto con otros objetos que mostraban las riquezas de América y hoy luce aquí su grandeza.
Tras viajar por varios lugares de Europa arribó a la corte de los Habsburgo en Viena y en el siglo XIX, en un gesto noble, Maximiliano quiso dar a México un ejemplo de las armas de su antiguo emperador Moctezuma II y el escudo regresó a este país. En sus versiones de lujo, el chimalli fue insignia de valor en ceremonias y rituales.
También se manufacturaron versiones especiales para los gobernantes, sacerdotes, para ataviar a las deidades y distinguir a los mejores combatientes y jefes de grupos guerreros. La magnífica pieza que se exhibe se elaboró con piel de ocelote, plumas y oro en los talleres especializados de la Gran Tenochtitlán.
Ahí se confeccionaban ornamentos y distintivos. El caso es que antes de 1524 el llamado Cuexyo Chimalli llegó a Europa. Se ignora la ruta que siguió, el puerto al que arribó y el nombre de su nuevo propietario.
Hasta el siglo XIX se volvió a conocer su paradero en Viena, en las colecciones particulares de la Casa de Habsburgo.
Llaman la atención sus componentes orgánicos que con el tiempo los convirtieron en unos de los objetos históricos más frágiles, de los destinados a la guerra ninguno se conservó.
De los de lujo, decorados con finas láminas de oro, plumas de aves de colores, piedras semipreciosas, perlas y cascabeles, sobreviven cuatro.
En 1865, durante el Segundo Imperio, Maximiliano emprendió acciones para transformar y enriquecer las colecciones del Museo Nacional de México.
Acudió a su familia para trasladar a México documentos y objetos que estaban en repositorios de la corte austriaca. Entre ellos estaba el escudo, que regresó a este territorio en enero de 1866.
Desde 1944 el Cuexyo Chimalli es un tesoro del Castillo de Chapultepec. Ahí estuvo bajo condiciones controladas por varios años, entre las colecciones del Museo Nacional de Historia.
Ahora es la pieza central de la muestra temporal “Chimalli. Tesoro de Moctezuma en Chapultepec”, explicaron las dos especialistas.
A partir de este miércoles y hasta mayo el público podrá conocer esa pieza excepcional elaborada con pieles de ocelote, venado y conejo, bambú mexicano, oro, fibras de agave, algodón, perlas, una variedad de piedras semipreciosas y plumas de loros, quetzales y patos.
También tiene elementos de otros animales que no ha sido posible identificar.