REDACCIÓN
A 51 años de que se estrenó “La Mujer Murciélago”, su protagonista, la actriz de origen italiano Maura Monti, esboza una sonrisa, pues en aquellos tiempos la crítica la consideraba un “churro cinematográfico”, pero hoy la ve como cine de culto.
Sin embargo, pocos saben que no todo fue color de rosa durante el rodaje de ese clásico del cine mexicano, pues el negarse a que una “Mujer de Piedra”, como se le llama a quienes suplen a las figuras, la doblara la metió en serios peligros.
Monti se enorgullece de haber sido la primera “Batichica” en el cine mexicano con un personaje sexy, intrépido y con una vestimenta que dejaba ver sus atributos físicos. “A mí me emociona todo lo que hoy provoca la programación de la cinta, a 50 años de que se filmara”.
En “La Mujer Murciélago” (1968, de René Cardona), Maura es acompañada por Héctor Godoy, David Silva, Roberto Cañedo y Armando Silvestre, entre otros, y ella como cabeza de elenco recuerda cómo llegó a estelarizar ese clásico.
Sin pena y con orgullo asegura a Notimex: “Eran los papeles que me daban…”. Y la verdad que ella encajó en el personaje que de acuerdo con el argumento y la adaptación cinematográfica de Alfredo Salazar, ante la sociedad aparecía como “Gloria”, una excéntrica mujer millonaria, empoderada y aguerrida en todo sentido.
La otra cara, la de “La Mujer Murciélago”, era la de una intrépida chica, artemarcialista, experta en el manejo de todo tipo de armas y enfrentamiento cuerpo a cuerpo; conductora sin par de autos deportivos, como todos los superhéroes de la época.
A través del teléfono se le nota el entusiasmo cuando narra sus experiencias. “Quiero decirle que nunca permití que me suplieran con una doble. Yo me la rifé en toda la película. Traté de hacer todo lo que pedía la historia, menos las escenas de lucha libre, ahí sí no pude.
A su mente llegan anécdotas del rodaje en el puerto de Acapulco, “yo filmaba allá en la mañana y en la tarde volaba hacia la Ciudad de México, porque acá estaba haciendo otra película, me parece que era ‘Despedida de casada’; le confieso que ese ritmo de trabajo se aguanta cuando uno tiene 20 años”, y suelta otra carcajada.
-Tomando en cuenta la inocencia del cinéfilo de aquellos años al ver en la pantalla a una mujer muy esplendorosa, muy sexy, con capa, máscara repartiendo golpes, ¿se le preguntó eso en los medios?
“No. Al contrario, considero, y me siento muy afortunada de que me tocó ese cine blanco ¿no?, que fue un cine que todavía se puede ver muy a gusto con la familia, hasta yo con mis nietos, pero después vino todo lo relacionado con el cabaret y me salvé de ese cine. A mí me tocó una época hermosísima, muy blanca, pero hermosa”.
-Cuénteme, ¿cómo llega a usted el proyecto para ser la primera ‘Batichica’ en el cine mexicano?
Maura Monti vuelve al pasado y dice: “Yo acababa de regresar de Ecuador, luego de hacer dos películas y me llamó Guillermo Calderón, pues habían pensado en mí y la hicimos. Además, yo estaba muy chiquita (sic) y no me daba tiempo ni para dormir de cómo trabajaba tan acelerada”.
La actriz, hoy escritora consumada, comenta que no todo fue fácil durante el rodaje, “le voy a contar dos anécdotas muy terribles para mí, porque como yo no permitía que me doblaran y optaba por hacer todas las escenas yo misma, sí me expuse.
“Hubo una escena en la que yo estaba en el paracaídas a 30 metros de altura. La lancha avanzaba, pero de pronto distingo que el lanchero me hacía señas de que la gasolina estaba por terminarse y al detenerse, que me vengo para abajo a velocidad».
Un miedo enorme, dijo, la invadió, pues al desplomarse cayó a unos metros de una roca gigantesca que está enfrente del hotel Presidente. “Aunque caigo en el mar, me estaba ahogando porque la corriente me estaba jalando por el paracaídas y yo estaba bebiendo agua”.
Al ver la situación, relata que el lanchero se aventó al mar tratando de liberarla del paracaídas y mantenerle la cabeza afuera del agua, “y ya cuando salgo del embrollo estaban las ambulancias y demás personas de la producción, porque sí pensaron que me había golpeado en la roca gigantesca. Ahí salvé la vida”.
Aun cuando expuso su vida, Maura no se arredró y continuó con el rodaje, porque ante todo ella se considera toda una profesional.
Así recuerda también que durante la filmación de una escena submarina en la que el argumento exige que debe bucear, “yo bajo al fondo del mar y eso lo hacíamos acompañados con el mejor camarógrafo que había en Acapulco, era nuestro maestro de buceo y demás.
“Según yo llegué a tocar la arena en el fondo, pero qué fondo, nada, era una enorme mantarraya que al sentirme se levantó y oscureció todo, y enseguida por la ansiedad agoté el tanque de oxígeno. Me subieron, pero muy lentamente para que no me descompensara”, relató.
“Pues esas son las dos anécdotas que yo más recuerdo durante la filmación de esa película, pero la escena del paracaídas fue gravísimo y considero que cuando uno es joven es más empecinado».
Cuenta que a pesar de todo jamás pensó en tirar la toalla y se sostuvo en que ella debía hacer todas las escenas.
“Qué iba a tirar la toalla, ¡para nada! Aquí era adelante y para toda la vida. Siempre hay cosas hermosas en la vida. Esta es la prueba de que en 2019 ya pasaron cuántos años de mi vida en el cine y me siguen buscando, estamos haciendo homenajes, aunque ahora como parte de mis actividades en la cultura y la pintura, pero siempre la vida nos da a veces cosas terribles, pero nos da otras cosas muy hermosas».
Entre esas satisfacciones, Monti evoca historias que la sorprendieron, como la noticia de que la película hubiera sido vendida a Francia para su explotación comercial en Europa, donde tuvo una gran respuesta.
“Sorprendió que allá tuviera tanto éxito, quién iba a pensar que el filme, que considerábamos un divertimento, iba a tener gran impacto, pues además se dobló al italiano y al francés. Nunca sabes qué va a pasar.
Agrega que es así que los «churros», esa etiqueta que a veces se les coloca a las películas al paso del tiempo, son objeto de estudio y análisis.
En la filmografía de Maura Monti, de por lo menos 50 películas, los géneros abundan: ficción y comedia, principalmente.
Este miércoles en la Sala «José Revueltas», del Centro Cultural Universitario, la actriz y escritora participará en la charla “Visitando la cueva de la Mujer Murciélago”, donde relatará su odisea en el rodaje de este filme, situación que la tiene muy emocionada.
Monti subraya que la invaden los nervios ante lo que pueda pasar, debido a que través del Facebook en su cuenta personal ha detectado el entusiasmo que ha levantado el largometraje.
“Ahí veo que hay una gran cantidad de seguidores a quienes les encanta el género, que me siguen y además de todos mis alumnos, las 17 generaciones de la Sogem. Entonces, yo creo que ese es un cine que dejó una huella a mucha gente; además, la película la siguen proyectando continuamente».
-Usted también marcó una tendencia en el cine, las minifaldas, las botas, las pañoletas en los westerns, los bailes a gogo…
“Esa fue una época hermosa y fue una moda increíble que dejó un sello espectacular, pero ahorita es otra forma de vestir, otra forma de ser y es una vida que ha pasado. Entonces, por ejemplo, en mi escuela de Chiapas jamás a mis alumnos les comentaba nada de cine hasta que ellos poco a poco lo iban descubriendo.
“Yo estaba dando clases de Historia del Arte o de poesía y no quería mezclar una cosa con la otra, pero yo siento que hay muchísimos seguidores de ese tipo de películas y eso lo vamos a ver esta tarde en la UNAM.
-¿Qué me puede decir de películas como «Operación 67»; con “Su excelencia”, con «Cantinflas», o “Las psicodélicas”, con Isela Vega, ¿qué recuerdos guarda?
“Yo guardo un gran recuerdo sobre la persona de Mario Moreno, porque fue mi padrino en el cine y él se comportó como un padre para mí. Cuando yo me casé con el señor Gilberto Gazcón, él me entregó en la iglesia, y gané la Diosa de Plata como la Mejor Actriz por “Su excelencia”, entonces esa fue una película que marcó mi vida, fue un parteaguas.
“Pienso que es una película trascendente para mi vida y además Mario Moreno para mí fue una persona increíble, no nada más como actor, sino un mexicano que nos llevó a grandes lugares del mundo.
-Y de ese clásico del cine nacional como “El mal”, con Stella Stevens y Glenn Ford, ¿qué recuerda?
“Una película del señor Gilberto Gascón que hizo un gran esfuerzo para colocarse en el cine estadunidense y lo logró, fue de gran taquilla y donde lo conocí. A los 20 días me casé con él.
-¿Y de “Operación 67”, que es una comedia de mucho humor?
«De esa tengo un gran recuerdo del señor René Cardona junior, que es un amigo grandioso porque él siempre tenía cosas divertidas que contar, entonces el estar grabando con él siempre era tan divertido y era tan talentoso, súper talentoso. Desgraciadamente falleció cuando yo no estaba aquí, estaba en San Cristóbal, pero tengo muy buenos recuerdos de esa película en el Ecuador, hermosos recuerdos.
-¿De “Santo El Enmascarado de Plata contra la invasión de los marcianos”?
“No, bueno. De todas esas películas estaba yo muy chiquita, estaba recién llegada a México, acuérdese que yo soy italiana y de esas películas casi no recuerdo, porque hice tantas. Pero El Santo era un caballero y una persona muy agradable. Una vez vi su rostro, porque me tocó una escena donde le quitaba la máscara».
-Tuvo esa fortuna que muchos buscaron… ¿Y él no se escamó por enseñarle el rostro?
“Sí. Inmediatamente se la puso porque era algo que el productor le había pedido, así era la cinta. No se la quitaba toda, pero casi y la cámara no plasmó su rostro, pero yo sí lo vi. Son recuerdos hermosísimos de mi época en el cine