REDACCIÓN, Tokio, 25 Dic.- La propuesta de Japón para descargar agua radioactiva al medioambiente es una amenaza y demuestra el fracaso del gobierno para considerar alternativas más seguras, afirmó la organización ecologista Greenpeace.
“No hay justificación para la contaminación radiactiva adicional deliberada del ambiente o atmósfera marina. Cualquier decisión de descargar más de un millón de toneladas de agua altamente radiactiva en el Pacífico o en la atmósfera es claramente una preocupación directa para la gente de Fukushima, incluidas las pesquerías”, afirmó Shaun Burnie, especialista nuclear de Greenpeace Alemania.
“Este no es solo un problema interno; el gobierno de Japón debe explicar a la comunidad internacional, incluidos sus vecinos más cercanos en Asia, por qué aboga por la descarga de agua en el Océano Pacífico o su liberación a la atmósfera mientras no desarrolla soluciones alternativas”, indicó.
La organización ecologista apuntó que en 2018, los ciudadanos condenaron la opción de descargar el agua radiactiva en el Pacífico y en una encuesta reciente el 15.9 por ciento de los ciudadanos de Fukushima apoyaba la liberación de agua radiactiva en el océano.
“Desde el primer día del desastre nuclear, la gestión del gobierno ha resultado un fracaso. El borrador de la propuesta es otro fracaso más”, precisó Kazue Suzuki, activista de energía de Greenpeace Japón.
“El gobierno no puede tomar ninguna decisión sin la aprobación local, y el mensaje de las comunidades de Fukushima, incluida la Federación de Asociaciones Cooperativas de Pesca de la Prefectura de Fukushima, es que descargar el agua radiactiva en el Pacífico no es una opción», puntualizó.
Expertos japoneses presentaron esta semana dos opciones para gestionar más de un millón de toneladas de agua, la primera “es mezclarla con agua de mar para reducir los niveles de radiación y verterla luego al océano. La otra es calentarla a unos mil grados Celsius (ºC) y liberar el vapor resultante a través de ventiladores”.
El accidente en la central nuclear ocurrió después de un terremoto de 9.0 grados Richter y posterior tsunami en la costa noreste de Japón.