POR: AYASOFIA
Una nueva muestra de egocentrismo y prepotencia del residente del Palacio Nacional, tuvo lugar el pasado 27 de abril, cuando en su mañanera, a pregunta expresa sobre el acuerdo logrado entre el Consejo Mexicano de Negocios y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en un arrebato de ira y desacuerdo, expreso “… no me gusta mucho el modito de que se pongan de acuerdos y quieran imponernos … este, sus planes”.
Para todos, su comentario fue completamente desafortunado en las formas y en el fondo. En las formas, porque no debe ser el papel del “presidente” de una nación, reaccionar con ira, y usando un tono de voz que pareciera que sólo él puede tomar decisiones, arremeter contra los empresarios; y en el fondo, porque si los hombres de negocios se acercaron al BID, fue por la negativa del líder de la Cuarta Transformación, de presentar un programa de contingencia, más allá del enunciado para changarros y pequeñas empresas.
Lo logrado por los hombres de negocios es un acuerdo entre particulares, en el que nada tienen que ver recursos públicos. Hasta el momento, el problema económico por el que atraviesan pequeños, medianos y grandes empresarios del país, es de liquidez. Liquidez para el pago de nóminas, rentas, operatividad e, inclusive, impuestos. Las grandes empresas que en su mayoría pagan a sus proveedores (pequeñas y medianas empresas) a 90 días, lograron un crédito por 12 mil millones de dólares, para que en base a la facturación que tienen, se les pague, asumiendo las grandes empresas el compromiso del pago de la deuda. Con esta estrategia se activa la economía, ya que al disponer de recursos los pequeños y medianos empresarios, podrán pagar nóminas y comprar insumos, para reactivarse.
Seguramente AMLO, completamente desinformado o confundido, adelantó corruptelas en este tipo de acuerdos, pero sobre todo, que no iba a permitir ser florero de nadie, en el supuesto de que la Secretaría de Hacienda, tendría que dar el aval. No, esto no será necesario, independientemente que diversos funcionarios del gobierno federal, estaban del conocimiento e inclusive lo avalaron. Tal parece que la verdadera molestia del presidente, tiene origen en que había encontrado la manera de debilitar y exterminar al sector privado del país, — recuerdan aquello de “nos vino como anillo al dedo” — para que económicamente, toda la población dependiera de las dadivas del gobierno, a través de sus programas sociales, y con ello continuar con la conformación de su República Socialista, o correctamente dicho, dictadura.
Si bien los mexicanos tenemos claro que no hay contrapesos políticos en el país, con el acuerdo logrado por los empresarios y particularmente por el origen que tuvo el sector empresarial para acercarse al Banco Interamericano de Desarrollo, se constituye en un serio contrapeso al régimen lopezobradorista, circunstancia que además lo alentará y lo fortalecerá.
El país está urgido de consensos, de acuerdos, de manos unidas para sacar a flote al país, y así como hay un frente de hombres y mujeres vestidos con batas blancas, que a diario está en la línea de batalla conteniendo los embates de la emergencia sanitaria, a pesar de ser víctimas de toda clase de limitaciones en hospitales y clínicas del sector salud, afortunadamente también hay otros mexicanos y mexicanas que desde hace años, arriesgando en muchos casos sus patrimonio, decidieron emprender un negocio, una fábrica, un comercio, que con el paso de los años se fue consolidando, y que gracias a ellos, el 80% de los mexicanos tienen hoy un empleo.
No es la primera vez que los mexicanos damos muestra de que unidos con un mismo propósito, no venzamos la adversidad, aunque ciertamente no habíamos vivido una de las dimensiones de la que nos está tocando vivir, y con un ingrediente adicional, sin el apoyo del gobierno.
Ojalá que en el Congreso encontremos por primera vez una “sana distancia” sobre los deseos del mandatario federal, y los diputados desalienten la iniciativa de AMLO de manejar discrecionalmente el presupuesto en emergencia económica, tal vez sea una buena señal para que, acabada la contingencia sanitaria, se comience con la reconstrucción económica de México.