POR Norberto HERNÁNDEZ
Una valiente lectora —que me regala parte de su tiempo en leer lo que escribo—, me pidió que abordara un tema local. Para corresponder a su amabilidad, voy a escribir tres artículos sobre las posibilidades electorales de las tres fuerzas políticas con mayor presencia en el estado de México. Vámonos directo con el primero.
El Partido Acción Nacional (PAN) tiene un voto urbano consolidado. Eso lo hace competitivo en cualquier elección con la limitante que carga una percepción de ser un partido de las o para las élites electorales y con total dominio, casi propiedad, de sus cuadros dirigentes. Eso es una ventaja para quienes lo controlan, porque se reparten los espacios que se ganan por la vía plurinominal: diputaciones, senadurías, regidurías y, en algunos casos, sindicaturas. Es prácticamente una normalidad que los votos obtenidos en zonas residenciales sean suficientes para acceder a la vía plurinominal. Hay casos donde repiten siempre los mismos, saltando de una curul a otra, con la ventaja que ahora se puede ocupar la misma posición por reelección.
De unos años para acá, este partido vive una variante extraordinaria y “atípica”. Por estatutos el presidente del Comité Estatal era el orquestador del desempeño interno y el que determinaba la negociación política con actores externos. También designaba al que debía ser el líder de la fracción en la cámara local. Eso ya no existe. El PAN en el estado de México tiene un dirigente estatal, electo por la militancia, pero con el arbitraje de un “hombre fuerte” que es el líder de facto del partido. Una tradición cercana al maximato callista, “el presidente es él, pero el que manda vive enfrente”. La militancia ejerce su voluntad bajo el esquema de “wash and wear”.
La lista de los plurinominales la define el “hombre fuerte”, el presidente del comité toma nota y se cumple. Los privilegiados quedan a la espera únicamente que suceda la jornada electoral y eso es todo. Ocurre lo mismo con la designación de candidatos a presidentes municipales, con la variante que en la planilla, la disputa es por las dos primeras regidurías y la primera sindicatura. Otro cargo que corre el mismo procedimiento es el nombramiento del representante del partido, ante el órgano electoral.
Pocos acuden al partido a ver al presidente del Comité Estatal para pedir su intervención, más bien llegan con una instrucción para que se acate. Digamos que esto es criticable y uno de los problemas de fondo del PAN, pero es efectivo para el grupo en dominio. Con independencia de la elección, desde iniciado el proceso ya hay ganadores. Tal vez no los mejores, pero si los más cercanos.
Donde la votación es baja para el partido, las élites municipales, buscan figuras de sacrificio que sumen votos. Los llaman candidatos externos. Estos aspirantes gastan su dinero y prestigio para que sus promotores se queden con las primeras regidurías o la sindicatura de la planilla. De hecho, esa es la condición para ceder la candidatura de presidente municipal a un externo. Ejemplos sobran y no es necesario documentarlos.
En el panismo se sabe y se conoce quienes son los dueños del PAN en cada municipio. Con esa medida reiterada pueden ganar dos regidurías y la sindicatura o solamente una regiduría, pero todo queda en familia. Bajo cualquier competencia electoral, el método se repite con relativo éxito. De tal modo que, a pesar que el proceso electoral empieza hasta enero de 2021, en el PAN ya están en ruta los ganadores por la generosidad de la representación proporcional. En los municipios que suponen ganar, el aventajado es de los afectos cercanos no el de la mayoría militante.
Lejos quedó el modelo democrático del PAN, que era parecido al que se vive en el Partido Demócrata de los Estados Unidos. Se ha impuesto la designación (o la imposición) de candidatos, con un saldo negativo para el partido. Esa es una debilidad electoral de fondo, porque quita base y legitimidad a los candidatos. Los llamados candidatos de unidad solo atienden el acuerdo de la élite, pero carece del acuerdo básico de los militantes que, en el proceso electoral, son los verdaderos promotores del voto. Es sabido que los miembros activos son los que dan fortaleza al candidato, aun en cuando este sea externo.
Entonces, querida amiga, las posibilidades electorales del PAN no están en la fortaleza, debilidad o desgaste del presidente de la República y su partido. Ese es el discurso de los controladores de Acción Nacional. El problema de fondo es el modelo impuesto, el pragmatismo. La forma por encima del fondo. Javier Corral lo dijo bien: el PAN funciona como un consorcio, con socios disfrazados de militantes. Pueden ganar un municipio o distrito electoral y el PAN seguir perdiendo y continuar perdido.