POR Ariel GARCÍA
Hoy en día, nos encontramos en medio de la peor crisis sanitaria, económica y social de los tiempos modernos, nos hemos percatado, ahora más que nunca, del impacto que tiene la globalización en nuestras vidas; durante las últimas décadas hemos creado un mundo en el que un suceso en cualquier rincón de la tierra se puede convertir en una catástrofe a nivel global. Es por eso que, a partir de ahora, la salud global se debe colocar como un tema prioritario en la agenda política mundial.
Vivimos en un mundo en el que prevalece la desorganización y la polarización social, hay una clara destrucción del tejido social y una alta prevalencia de pobreza; todos estos factores aunados al rezago multigeneracional en programas de atención y protección a la salud, contribuyen a los resultados adversos que estamos viendo ante la pandemia; con claridad podemos afirmar que la inacción mata y ante la pandemia por COVID-19, está costando millones de vidas a nivel mundial.
Se ha puesto en evidencia que la salud es vital para que los engranes de la sociedad funcionen a la perfección, sin salud no está garantizada la estabilidad económica ni social. Las repercusiones de la pandemia sobre estos dos rubros se deben de percibir como recordatorios de que es fundamental invertir en actividades de preparación, prevención y control ante potenciales futuras pandemias como piezas clave en la seguridad internacional.
Esta semana, la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación, órgano independiente y de rendición de cuentas de la OMS y el Banco Mundial, publicaron un reporte titulado “Un mundo desorganizado” en el que se hace un llamado para adoptar una serie de medidas urgentes con la finalidad de fortalecer las iniciativas implementadas ante la pandemia por COVID-19 y fortalecer la preparación ante futuras pandemias. Vale la pena hacer hincapié en ellas.
La Junta llama en primera instancia, a ejercer el liderazgo de una manera responsable, instando a las autoridades nacionales, sanitarias e internacionales a adoptar medidas tempranas, sobre la base del conocimiento científico y técnico, desalentando la politización de las políticas públicas implementadas para contener y mitigar los efectos de la pandemia.
La sociedad tiene un papel de suma relevancia en el control de la pandemia ya que se necesita generar una conciencia social en torno a la necesidad de adquirir información proveniente de fuentes fiables y veraces para informarse a sí mismas, sus familias y la gente en su entorno, siempre poniendo en práctica comportamientos que promuevan la salud y bienestar. De igual manera es vital que la sociedad exija la rendición de cuentas por parte de sus gobiernos, esto fomenta la transparencia y la obtención de resultados en pro de la sociedad. Necesitamos de una sociedad comprometida e involucrada.
Es urgente que los gobiernos fortalezcan los sistemas de salud sobre la base de la cobertura universal en salud, estableciendo sistemas de protección social en salud que sean capaces de salvaguardar los intereses de las poblaciones más vulnerables. Las proyecciones sobre la pobreza y la pandemia actual nos dicen que millones de personas a nivel mundial serán arrastradas a la pobreza por los efectos de la emergencia sanitaria mundial sobre la economía.
El impacto económico de la pandemia estima que se han destinado más de 11 billones de dólares para financiar la respuesta ante la misma y se prevé que las pérdidas asciendan a 10 billones de dólares; de acuerdo a Gro Harlem Brundtland, ex directora de la Organización
Mundial de la Salud, con una inversión de 5 dólares anuales por persona, durante los próximos 5 años en el rubro de seguridad sanitaria global, se podría prevenir la próxima pandemia.
Se debe de hacer un llamado a establecer una convención mundial en salud y seguridad sanitaria global, en la que se puedan abordar todos estos temas prioritarios y urgentes, logrando establecer un marco internacional de acción en torno a la seguridad sanitaria mundial. Garantizando la discusión sobre cómo poder establecer sistemas de salud sólidos, con buena capacidad instalada para la preparación, prevención y control de futuras pandemias; así como sistemas de protección social en salud que no dejen a nadie de lado, siempre pensando en las personas más vulnerables. Todo esto no se debe de ver visto como un gasto ya que en salud no se puede hablar de gastos, sino de inversión.
AGT
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Fernando Ariel García Terrón
Médico Cirujano por el Tecnológico de Monterrey, investigador en el Instituto de Salud Pública y Global AHF de la Universidad de Miami y ayudante de investigación en la Fundación Mexicana para la Salud.
ariel_garcia_terron@hotmail.com
Twitter: @ArielGarciaT