Por: Isidro O`Shea
@isidroshea
En 1957 Anthony Downs, a través de la teoría económica de la acción política, afirmó que las ideologías, solamente eran un atajo más para que el votante pudiera digerir mejor la información y propuestas de las diferentes opciones políticas. En un sentido complementario Lipset y Rokkan escribirían en los años sesenta, sobre los diferentes clivajes políticos, en los cuales se basan ciertas preferencias, tales como: centro – periferia; campo – ciudad; o incluso divisiones de clase y religión.
Ambos tipos de teorías sobre el comportamiento electoral evidencian que la decisión del voto puede ir en más de un sentido y tener más de una razón. Es de lo más normal, que en ciertos temas nos gusten unas opciones políticas, y en otros, no sea la misma opción la que más nos convenza.
Incluso, tal como lo he mencionado en diferentes ocasiones, citando a Alejandro Moreno, en México el único clivaje existente hasta el año 2000, fue el estar a favor del orden y de las instituciones del Estado sin que existiera tanta democratización, o bien estar a favor de la democratización del sistema, aunque ello se reflejara en una ruptura institucional.
De esta manera, tanto en la historia nacional como mundial, ciertos clivajes o conflictos han pasado a un segundo término dando paso a otros. Giddens quien observó lo anterior, en la década de los 90 optó por hablarnos de las decisiones políticas más allá de la izquierda y la derecha, optando por hablar más en los términos de liberalismo y conservadurismo.
Ahora ya, bien entrados al siglo XXI, encontramos a distintos autores que ignoran ya, casi por completo, el espectro ideológico izquierda – derecha, para centrarse más en la cuestión de pluralidad y liberalismo vs la cuestión populista, antidemocrática, autoritaria, etc.
A pesar de todo lo anterior, y de las diferentes muestras y evidencias alrededor del mundo al respecto, hoy en México, hay quienes inocentemente, o no, buscan satanizar la coalición entre los tres partidos tradicionales mexicanos de finales del siglo XX y principios del XXI: PRI, PAN y PRD.
Tanto simpatizantes del actual gobierno como actores de la 4T señalan despectivamente a esta coalición argumentado: 1) la contradicción ideológica y 2) que se han desenmascarado para hacer evidente que son lo mismo.
Nada más lejos de la realidad, pues simple y sencillamente, los partidos del proceso democratizador mexicano hoy están aglutinando intereses en común, dejando de lado otros; poniendo como parte medular del debate y la disputa, el estar a favor o en contra del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el cual representa autoritarismo y demagogia.
A la poca complejidad de aquellos que argumentan en contra de la coalición de los partidos tradicionales, se le puede sumar el hecho de ignorancia o de hipocresía; pues si creen, que, por cuestión ideológica, estos partidos no deberían abanderar una misma causa, también deberían pensar que MORENA no tenía un vínculo ideológico con el Partido Encuentro Social, o bien que hoy día no podrían hacer coalición con el Partido Verde, dado que por años fue partido satélite del PRI.
El afirmar que el PRI, el PAN y el PRD son lo mismo, lleva a los protagonistas de MORENA a ponerse a ellos mismos dentro del mismo costal; ya sea por sus vínculos ancestrales en alguno de estos tres partidos, o bien, por hoy formar coalición con el PVEM, que, por años, reitero, formó parte de las coaliciones de los partidos tradicionales.
Resulta muy evidente que MORENA y sus actores están preocupados porque han visto que los partidos anteriormente grandes, han estado dispuestos a negociar y sacrificar, con tal de hacerle frente al autoritarismo que emana del partido guinda.
Y es que a MORENA y a su líder no solamente les causa miedo y conflicto la competencia política, sino que el miedo a este tipo de coaliciones es reflejo natural del miedo que les produce el diálogo y la negociación, ambos, pilares básicos de cualquier democracia.
En contraparte, los actores de esta llamada alianza “Va X México” deberán ser pedagógicos y claros a la hora de buscar ganar el voto de la ciudadanía, pues, por ejemplo, habrá ciudadanos, que se enfrenten a papeletas donde dichos partidos no forman coalición y otras en donde sí la forman. Esto no es la primera vez que sucede, pues, por ejemplo, en el 2009 Nueva Alianza iba en coalición con el PRI y el PVEM en lo local, pero no en lo federal, provocando cierta confusión hasta en actos de campaña.
Asimismo, escuchando los primeros spots de la “precampaña”, la coalición “Va X México” tendrá que ajustar el mensaje, y ser aún más precisa e incisiva en el porqué de su alianza. Más aun, si sumamos el hecho de que MORENA no ha escatimado, y echando toda la carne al asador, en sus mensajes señala que la coalición del PRI- PAN – PRD lo único que busca es regresar al poder y recuperar privilegios selectivos.
Me resulta lógico que a México le convenga que haya buenos resultados por parte de la unión entre PRI – PAN y PRD, pues de lo contrario, tal como han señalado diferentes analistas, podríamos regresar a un régimen de partido hegemónico, ahora de color tinto.
Me enferma pensar en la posibilidad de una transición pacífica hacia el autoritarismo del siglo XX; me enferma pensar en vueltas en U; me enferma pensar que en México no hay cabida para la democracia.