POR Ariel PÉREZ
Fue balsámica para el mundo la toma de posesión de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos. La demagogia, el populismo, las mentiras, el racismo y la polarización (allá) quedan atrás.
Su ascenso cobra relevancia en la política exterior de un concepto globalizado en la que principalmente las grandes potencias se deben de empoderar en la responsabilidad con el medio ambiente, tras tiempos de destrucción e irresponsabilidad que orillaron al mundo a un punto de inflexión climático.
Nuestro presente y futuro depende de las acciones de la administración entrante y el rumbo que tome en los próximos cuatro años. Si bien la pandemia Covid 19 es un resultado de lo mal que se viene enfrentando esta crisis en toda América Latina y México se han sufrido los más terribles impactos climáticos el año pasado. Es por eso que debemos exigir la toma de acción.
Durante campaña y en la reciente toma de posesión Joe Biden ya presentó un plan para hacer frente a la crisis climática que iría más allá de las medidas que implementó en su mandato el expresidente Barack Obama (2009-2017). Consciente de que estamos enfrentando una emergencia climática y debemos tomar medidas drásticas, ya se prepara la convocatoria a una cumbre global este mismo año para empujar el objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en el 2050, esencial para evitar consecuencias catastróficas del calentamiento global.
Así mismo hay un ordenamiento sobre reducir el impacto de la crisis climática en el que el plan busca desatar una “revolución de energía limpia” mediante la inversión de 1,7 billones de dólares a lo largo de diez años, y se ajusta a muchos de los objetivos del “Green New Deal” (“Nuevo Pacto Verde”) que llevan tiempo impulsando figuras progresistas en EE.UU., como la congresista Alexandria Ocasio-Cortez.Ese proyecto enfatiza la relación entre el medioambiente y la economía, y la propuesta de Biden busca reducir el impacto “más agudo” que la crisis climática tiene en “comunidades de color” y de bajos ingresos, según su campaña.
También existe la propuesta busca que EE.UU. neutralice sus emisiones de gases con efecto invernadero “como muy tarde en 2050”, al producir el 100 % de su energía mediante fuentes renovables. Regresando a esta nación al “Acuerdo de Paris”. Esa meta supera con creces la establecida por Obama -con el que Biden fue vicepresidente- cuando EE.UU. se adhirió en 2015 al Acuerdo de París, momento en el que se comprometió a rebajar para 2025 las emisiones estadounidenses de efecto invernadero entre un 26 y un 28 por ciento, con respecto a los niveles de 2005.
Hay mucha esperanza depositada hoy día en el nuevo mandatario ya que puede transformar los sistemas energéticos del mundo de combustibles fósiles a energía limpia, al mismo tiempo que crea una abundancia de empleos, reduce la contaminación y aborda la desigualdad económica, racial y de salud en el proceso. No hay que olvidar que la crisis es racista, sexista y elitista. Por lo tanto, se le exige una justicia climática que incluya la justicia racial, la igualdad de género y la equidad.
Es la gran oportunidad de Biden de demostrar que es ese líder del clima como lo ha dicho, entonces su administración tiene que ser diferente a cualquiera de las administraciones anteriores que no han hecho nada más que decir promesas vacías, haciendo referencia de esto como la posibilidad de ser recordado como el ‘presidente climático’ que salvó a la humanidad cuando estaba al borde del precipicio. La humanidad espera que realmente vivamos un presente y un futuro sostenible, todos y todas tenemos el poder de asegurarlo, pero Biden tiene la influencia para realizarlo.