UN MÉXICO SIN ARTÍCULO 7 DE LA CONSTITUCIÓN
Por: Isidro O`Shea
@isidroshea
Desde la primaria nos enseñaron que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos era la ley máxima que a todos los y las que vivimos en este país nos rige. Igualmente nos hablaron de la parte dogmática de esta, que va del artículo 1 al 29 y que solíamos llamar como el apartado de las garantías individuales. Dicho término ya se utiliza menos, pues al pasar de los años, los expertos constitucionalistas observaron que estas empataban con los Derechos Humanos que se deben garantizar a nivel global.
En la infancia, muy probablemente, esto nos puede parecer como algo dado, e incluso aburrido, como si no hubiese amenazas o atentados en contra de estos; sin embargo, en medida de como vamos creciendo, no solamente nos damos cuenta de que estos no están realmente dados por cuestión natural misma, sino que incluso tienen fuertes amenazas. En algunas etapas, dichas amenazas se agigantan y se refuerzan, y en algunas otras parecen débiles, ello depende en gran medida de la calidad de la democracia en el país.
Hoy en México hay un fuerte aire de amenazas hacia ciertos derechos humanos, dos de ellos indiscutiblemente son los artículos 6 y 7, el primero referente a la libertad de expresión y el segundo referente a la libertad de prensa; la diferencia entre ambas consiste simplemente en la publicación o difusión de ciertas ideas en medios, como lo son los periódicos, la radio, o la televisión.
Desafortunadamente, hoy día de manera paradójica, estas amenazas provienen no solamente de los que llamamos grupos de la delincuencia organizada, sino también de los entes que ostentan el poder público, mismos que no recuerdan que la soberanía es propia de la ciudadanía, y a través de su mandato amenazan, amedrentan o incluso violentan a ciudadanos, periodistas, columnistas, y otrosque se atreven a cuestionar los actos públicos.
Con base en el párrafo anterior podemos pensar fácilmente en lo que hace el presidente Andrés Manuel López Obrador al descalificar la labor periodista de todos aquellos y aquellas que son críticos del gobierno actual, sin embargo, es preciso mencionar que este tipo de amenazas o amedrentamientos no son exclusivos del presidente del país. Incluso, desde el personal punto de vista, muchas veces las más grandes amenazas no son hacia aquellos periodistas más conocidos o con más fama como pudieran ser Carlos Loret de Mola o Carmen Aristegui, sino para otros miles que laboran o colaboran en medios locales y que abordan temas de ciudades, zonas metropolitanas, o simplemente de política local.
Así pues, con estas condiciones, y con siete asesinatos a periodistas en lo que va del 2022, no es posible afirmar que el Estado – quien se supone tiene el monopolio de la violencia para garantizar el orden – garantiza los artículos 6 y 7 en nuestro país. Sería ingenuo creerlo, e hipócrita decirlo.
La pregunta entonces es: ¿Qué es aquello que tanto le molestó al presidente López Obrador respecto a la condena que el Parlamento Europeo hizo a México por las constantes críticas y ataques del ejecutivo en contra del periodismo?; ¿Tendrá idea el presidente de qué es o quiénes conforman el Parlamento Europeo?
Con base en su respuesta yo pensaría que no; que ni siquiera se tomó el tiempo para ver de qué tipo de partidos políticos salieron los 607 votos a favor de la condena al gobierno mexicano. Incluso la propia respuesta del presidente mostró por si misma la razón de su condena.
El pretexto del presidente fue como siempre el de la no intervención, sin embargo, ahora con un lenguaje escasamente diplomático y con un fondo totalmente antidemocrático. Lo anterior permite pensar que hoy día México vive al margen de las organizaciones internacionales, que van más allá de los límites territoriales de aquello que conocemos como Estado Nación.
Una vez más, el presidente clamó por la no intervención, como si este fuera un tema del todo democrático, como si los límites y las fronteras fueran una figura incluyente y no excluyente; tal como menciona Martín Caparrós en su libro Ñamérica: son las fronteras uno de los elementos más coercitivos contra el andar natural del ser humano, dice Caparrós que sobre estas, solamente se imagina las cárceles; las cuales desde mi punto de vista son mucho más legítimas al buscar precisamente el orden social.
Así pues, los ciudadanos mexicanos y todos aquellos que nos dedicamos a escribir y a dar opiniones sobre la realidad política internacional, nacional o local, no podemos darnos el lujo de ignorar las amenazas, sino que más bien debemos hacer a partir de ellas algo público, para mostrar a la ciudadanía que hoy día, muchos de nosotros somos hostigados por poderes públicos, por la única razón de difundir lo que pensamos, o incluso peor:por difundir datos duros que ni los señalados pueden cuestionar.
Por un periodismo libre y la oportunidad de exclamar cada ciudadano lo que piensa, debemos unirnos como mexicanos y así no permitir que México regrese a las épocas del autoritarismo del siglo XX, donde el principal periodista (Jacobo Zabludovsky) era un soldado más del régimen del partido hegemónico.
Hoy los tiempos son distintos, hoy debemos clamar por mayor pluralidad, por mayor libertad de escribir sobre aquello que no funciona, o incluso escribir sobre aquello que gobernantes específicos están haciendo mal.
No hay democracia real sin libertad de expresión.
No hay democracia sustantiva sin libertad de prensa.
Y aunque sean muchos los políticos que deseen una Constitución sin el artículo 6 y 7, aquí en México no podemos dar marcha atrás a una de las conquistas más importantes de la democracia liberal.
¡Ante las amenazas, hay que alzar la voz, hay que plasmar la tinta!