viernes, noviembre 22, 2024
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ENTRE COMILLAS- Alberto Abrego

ENTRE COMILLAS/ Alberto Abrego

SOBREVIVIR A SEPTIEMBRE

“No se puede imaginar un México sin sismos, las condiciones tectónicas nacionales no han cambiado en varios siglos y las civilizaciones prehispánicas seguramente los vivieron a lo largo de su existencia… Estos eventos han acompañado la historia del país…”

Arturo Iglesias Mendoza, Ingeniero en Geofísica con Maestría y Doctorado en Sismología en la UNAM y Jefe del Servicio Sismológico Nacional, en entrevista.

“La ocurrencia de tres sismos de magnitud superior a 7 el día 19 de septiembre es una coincidencia. No hay ninguna razón científica que lo explique o justifique”@SismologicoMX de la UNAM

 

Al momento de escribir estas líneas, el Sismológico Nacional reporta 2,475 réplicas del sismo con magnitud de 7.7 del 19 de septiembre de 2022 a las 13:05 horas, con epicentro a 63 kilómetros al sur del Municipio de Coalcomán, en Michoacán; y que se sintió en la zona centro del país.

¡Otra vez el 19 de septiembre! Imposible no recordar el terremoto de 1985, a las 7:19 horas con intensidad de 8.1, generado en las costas de Michoacán; y el de 2017, de magnitud de 7.1 a las 13:14 horas, con epicentro en los límites entre Morelos y Puebla. Imposible olvidar el miedo colectivo, el sonido estresante de la alerta sísmica, la histeria que se genera y se contagia, y los recuerdos de un montón de escombros que en segundos, cobraron miles de vidas humanas.

Basta mirar alrededor para entenderlo: el poder de destrucción mental de los terremotos en la Ciudad de México es casi tan grande, o mayor que el poder de devastación física que derrumba edificios, puentes y vidas. Septiembre tiene un estigma muy especial, es el mes de los festejos nacionales, de la celebración de una de las fiestas cívicas más hermosas del mundo, y al mismo tiempo de amargos recuerdos, de revivir secuelas psicológicas dolorosas y profundas.

Tres terremotos de intensidades severas en la misma fecha, en distinto año, dos de ellos casi a la misma hora constituye, para la comunidad científica una gran casualidad. Al respecto, el Doctor en Física José Luis Mateos, investigador y Especialista en Sistemas Complejos del Instituto de Física de la UNAM calculó que las probabilidades de que volviera a temblar el 19 de septiembre eran de una en 133,225; es decir, de un 0.000751 por ciento. La posibilidad era casi nula, y septiembre lo volvió a hacer.

Datos públicos nos dicen que en el mundo, a diario ocurren dos sismos cada minuto, esto es, más de un millón de sismos al año. Aunque en la historia de la humanidad la actividad sísmica de la tierra nunca ha cesado, se ha incrementado durante las últimas cinco décadas; los terremotos han causado más de un millón de víctimas mortales en el mundo, en Armenia, Chile, China, Ecuador, Guatemala, Haití, Irán, India, Indonesia, Japón, México, Pakistán, Perú y Turquía; y como en nuestra Ciudad de México, la descontrolada urbanización y densidad demográfica hacen más peligrosos los estragos de este tipo de fenómenos naturales.

Coincidencia o no, lo cierto es que México es un país altamente sísmico, y las secuelas psicológicas que permanecen ocultas en quienes han tenido traumáticas experiencias, se vuelven a descubrir en septiembre de cada año. Lo que sí sabemos con certeza es que en el mes patrio o no, en México volverá a temblar, y aunque los terremotos son relativamente frecuentes en nuestro país, debemos tratar de recuperar la normalidad perdida.

Definitivamente, esto que los científicos llaman “una gran coincidencia”, son sucesos que nos plantean nuevas interrogantes y exigen prontas respuestas a la ciencia.

Algo se debe hacer como sociedad, gobierno y ciudadanía en conjunto, porque a la creciente inseguridad producto de una delincuencia organizada creciendo sin control; y de una delincuencia no organizada a la que nadie hace caso, pero que desestabiliza y hace perder la tranquilidad; ahora también debemos temer a los fenómenos naturales, huracanes, deslaves, inundaciones, sismos… y un laberinto de corrupción e impunidad que sale a la luz y se desnuda cada que se cae un edificio, se inunda un pueblo o se cae un puente.

Aparte de sobrevivir a las réplicas de los sismos, tenemos la maldita costumbre también de acostumbrarnos a las réplicas de la corrupción, en los materiales de construcción en edificios, puentes o drenajes, en la tala inmoderada de árboles, en la destrucción al medio ambiente, en la caza por deporte de animales casi extintos, en las guerras estúpidas, en los incendios forestales, en los ecocidios… Y éstas, son todo el año… Todo el tiempo.

RÁPIDAS MEXIQUENSES. “Sacar a #Ecatepec de los municipios más inseguros del país no fue cosa fácil, pero pudimos lograrlo gracias a la estrategia integral que emprendimos en 2019. Por eso, agradezco el reconocimiento que nos hizo @martibatres, Secretario de Gobierno de la #CDMX”.

Esto twiteó Fernando Vilchis, Presidente Municipal de Ecatepec, Estado de México al presumir el reconocimiento que le hizo el Secretario de Gobierno de la CDMX. Tal vez lo que debería buscar el Alcalde es el reconocimiento de los ciudadanos de Ecatepec, que a diario padecen extorsiones, secuestros, feminicidios, asaltos en transporte, robos a casa habitación, narcomenudeo, desaparición de jovencitas. Basta ver las redes sociales, las noticias, la percepción ciudadana o a lo que publica el Instituto Nacional de Estadística Geográfica e Informática (INEGI), que ubicó a Ecatepec en el lugar 17 de 2446 municipios en nuestro país, en cuanto a percepción de inseguridad de sus habitantes. 

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