EL VALOR DE LA COOPERACIÓN EN UN MUNDO FRAGMENTADO
Estimado lector, estamos asistiendo a una colisión continua de crisis, y la
respuesta y la recuperación tradicionales no bastan. Nuestro futuro está en juego,
ya que las guerras, las epidemias, la emergencia climática y los trastornos
económicos no dejan a casi ningún país indemne.
En los últimos 20 años 300 millones de personas se enfrentan al hambre, 4.200
millones de personas se han visto afectados por los desastres; cerca de 1.200
millones viven en zonas de conflicto, más de 100 millones de personas se ven
obligadas a desplazarse.
Estas cifras no van a disminuir hasta que cambiemos nuestra forma de pensar y
de actuar; estos nuevos retos multidimensionales requieren soluciones
integradas. Invertir en desarrollo es la mejor manera de prevenir las crisis y
mantener la paz.
Salir de una crisis depende del desarrollo. Se debe invertir en él de forma
sistemática e integrada. El multilateralismo y la cooperación para el desarrollo
nunca han sido tan importantes. La complejidad del camino que tenemos por
delante torna imperativa la acción conjunta, mediante alianzas.
Desde la guerra en Ucrania, que desencadenó una crisis mundial del costo de la
vida, la emergencia climática y las inundaciones en el Pakistán, hasta la pandemia
de COVID-19, el hambre en el Cuerno de África y la crisis en el Yemen, situación
de violencia en México, nos enfrentamos a retos nunca vistos para nuestro futuro.
No podrán obtenerse respuestas eficaces a estos desafíos si los países actúan a
título individual.
El camino a seguir debe basarse en objetivos compartidos con una visión común
para las personas de nuestro planeta en donde las alianzas son fundamentales,
basados en la visión de los Objetivos Mundiales, considerando que nuestro futuro
esta en juego.
Las investigaciones muestran que el canal multilateral, en comparación con los
canales bilaterales, está menos politizado y más orientado a la demanda y es más
eficiente en la oferta de bienes públicos mundiales. Los retos institucionales y
burocráticos a los que se enfrenta el sistema multilateral deben abordarse con
decisión. Sin embargo, abandonar un sistema compartido de reglas y normas que
ha servido al mundo durante siete décadas es la respuesta equivocada.
La guerra en Ucrania nos ha recordado cómo una crisis puede desencadenar otra,
a veces de naturaleza totalmente distinta y en el otro extremo del planeta. Nuestro
confiable sistema multilateral es nuestra mejor esperanza para prevenir crisis
similares en el futuro y salir más rápidamente y fortalecidos cuando estas se
producen.