Por una histórica reforma a las leyes de la Iglesia, aprobada por el Papa, a partir de ahora figuras como voluntarios católicos y héroes anónimos que han dado su vida por un acto extremo de caridad podrán ser reconocidos como santos.
Esta nueva “vía para la santidad” quedó consagrada en el decreto pontificio (en forma de “motu proprio”, por propia voluntad) que lleva el título “Maiorem hac dilectionem” (Ninguno tiene un amor más grande) y fue publicado por el Vaticano el pasado 11 de julio. En él, Francisco reconoció al “ofrecimiento de la vida” como un nuevo camino al honor de los altares y que se sumó a los ya establecidos de la vivencia de las virtudes cristianas en grado heroico y de una muerte por odio a la fe.
“Antes, uno podía iniciar una causa de canonización o beatificación por ‘virtudes heroicas’ o por ‘martirio’. Esas eran las dos únicas formas, según cuál de esas se elegía eran las cuestiones sobre las cuales se trataría todo el proceso posterior”, explicó Silvia Correale, postuladora (abogada defensora) acreditada ante la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano.
“A partir de ahora existe un nuevo modo, llamado ‘ofrecimiento de la vida’. Para que se elija esta nueva vía debe existir un acto de voluntad libre por el cual un fiel decide realizar un acto heroico de caridad, hacia Dios o hacia el prójimo, sabiendo que ello puede significar en breve tiempo una muerte cierta”, agregó.
Argentina de nacimiento, licenciada en derecho, desde hace casi dos décadas presta servicio en la Santa Sede como responsable de diversos procesos de canonización.
Entre otros, ella condujo el trámite para la declaración como santo del “cura gaucho” argentino, José Gabriel Brochero, quien fue elevado al honor de los altares junto con el “niño cristero” mexicano, José Sánchez del Río.
Ella explicó que el flamante modo para ser reconocido santo incluye, por ejemplo, a quienes viajan a un país donde existe una gran epidemia, cuando se va como voluntario de la Cruz Roja a un lugar de guerra o quien se tira al mar para la salvar a una persona cuando hay borrasca y sabe que eso le puede costar la vida.
Estos casos, precisó, no se pueden equiparar al “martirio” porque no existe una persecución en “odium fidei” (por odio a la fe), ni se da un derramamiento violento de sangre ligado a una persecución religiosa.
Tampoco pueden ser encuadrados como “virtudes heroicas” porque esto exige el comprobar que la persona vivió en modo extraordinario su fe durante al menos 10 años. En cambio, el “ofrecimiento de la vida” sólo pide ejercitar las virtudes cristianas “de forma ordinaria” hasta el momento de arriesgar la propia existencia.
Ilustró con el caso de Gino Pistoni, un joven italiano de 20 años que estaba haciendo el servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial y luego se unió a los partisanos.
Él quiso ayudar a un soldado alemán herido en un momento dramático y aunque sus compañeros le advirtieron que era peligroso, decidió actuar de todas maneras.
Al ayudar a ese soldado encontró la muerte y con su propia sangre escribió en una tela que llevaba: “Ofrezco mi vida por la Acción Católica y por Italia, viva Cristo Rey”.
Correale precisó que este nuevo modo no acortará los procesos de beatificación y canonización los cuales sólo pueden ser iniciados cinco años después de que la persona ha fallecido, además de ser lentos y escrupulosos.
Además, en este nuevo modo se exigirá un milagro atribuido a la intercesión de la persona para su declaratoria como beato y otro más para el reconocimiento de santo, como en el caso de las “virtudes heroicas”.
Para los mártires la beatificación no precisa milagro, que sí es necesario para la canonización.
“El Papa Francisco es sensible a la necesidad de ir hacia el prójimo por la caridad, incluso en un modo no ordinario. Está alentando a los fieles en esa dirección, primero lo hizo con el Año Santo de la Misericordia, e insiste mucho en esto”, estimó la postuladora. “Él está llevando a la Iglesia universal y a la Santa Sede a actualizarse, a renovarse, a ir ordenándose de un modo más actual, para responder mejor a la exigencia de los tiempos nuevos. El Papa empuja cosas que ayuden a los fieles a tener claros los ideales de la vida cristiana”, estableció.