REDACCIÓN
Muchos conocen a la Décima Musa, Sor Juana Inés de la Cruz, por ser una destacada escritora de comedia, poesía, redondillas, sonetos, autos sacramentales, loas y hasta villancicos, pero pocos saben que también fue prodigiosa en el arte culinario.
En la etapa Colonial de nuestra historia, donde una de las actividades propias de la vida conventual para las mujeres era cocinar, a Sor Juana le tocó usar o combinar ingredientes originales de la región de Los Volcanes y los de otras latitudes, lo que le permitió, con su intelecto y experiencia, desarrollar una cocina diferente a la conocida por cada casta de la comarca.
Hace varios años se descubrió un recetario del Convento de San Jerónimo, cuya redacción se atribuye a Sor Juana, quien tomó a la cocina como un espacio más de experimentación, que incluye varias recetas y especialidades de la cocina del Virreinato.
Prueba de ello, es el “Libro de Cocina del Convento de San Jerónimo, selección y transcripción atribuidas a Sor Juana Inés de la Cruz”, versión paleográfica de un manuscrito atribuido a la oriunda de Nepantla, en Tepetlixpa, Estado de México.
Dicha obra revela algunos aspectos del arte culinario novohispano y reitera el carácter polifacético de Sor Juana.
Gracias al interés del erudito Don Joaquín Cortina y al Doctor Jorge Gurría Lacroix, se lograron recuperar y tener para México importantes materiales documentales, tal es el caso de esta obra literaria, que, junto con el trabajo de la Doctora Josefina Muriel de González Mariscal, resultó en la publicación de este libro.
En su interior, se encuentra una selección de 36 especialidades, entre ellas, manchamanteles, huevos hilados, torta de arroz, sopa de leche, cajeta, bienmesabes, gigotes, buñuelos, postres y dulces.
Las recetas fueron elaboradas con ingredientes que durante el Virreinato se consumían en las cocinas del centro de la Nueva España y los productos nativos de la época eran el frijol, maíz, cacao, amaranto, chile, tomate, calabaza, entre otros.
Mezclados con los traídos del viejo continente y de oriente como carnes rojas, habas, especias, tamarindo y especialmente el trigo, dieron forma a la cocina mestiza que cotidianamente se practicaba en el fogón.
El Barroco fue un movimiento cultural que se manifestó en diversos campos, incluido el de la gastronomía, donde se combinaron sabores, aromas, texturas y colores, por lo que la cocina tradicional mexicana, desde 2010, es considerada por la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial.