REDACCIÓN
Debido a la discriminación estructural que permanece a la vista de todos pero invisibilizada, México ocupa el tercer lugar como peor país de América Latina en inserción laboral de las mujeres, con solo 43 por ciento de la población femenina en edad de trabajar, alertó Alexandra Haas Paciuc.
La presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) reconoció que no basta con leyes para revertir tal situación, pues que la estrategia debe complementarse con el acompañamiento a los centros de trabajo.
Recordó en ese sentido la norma NMX-R-025-SCFI2015 en igualdad Laboral y No Discriminación, con la que se reconoce a los centros de trabajo que cuentan con prácticas en esta materia.
Las empresas que contratan personal, expuso la funcionaria, deben hacer un examen de conciencia sobre los requisitos que ponen a los interesados y de los parámetros para permitir el crecimiento dentro de la empresa.
Y es que, insistió, en el país se vive una discriminación estructural en la que la gente no necesariamente se queja del maltrato porque emocionalmente les duela o se sientan ofendidas, sino que lo asumen como “algo normal” o común en su cultura.
Esto es lo que ha hecho que en pleno Siglo XXI todavía una importante parte de la población femenina no pueda acceder a una condición laboral igual a la del hombre, hecho que se marca aún más por la condición económica, las creencias y la pertenencia a algún grupo étnico.
Haas Paciuc citó como ejemplo que entre la población y hablantes indígenas solamente una de cada 10 mujeres contratadas tiene un contrato escrito de trabajo y prestaciones laborales.
Esto significa que no es casual que las personas no tengan acceso a las oportunidades laborales en igualdad de circunstancias. “Tenemos un sistema que crea oportunidades para pocos y deja afuera a muchos de las posibilidades de tener un trabajo digno, con derechos y con todas las prestaciones que la Ley indica”.
Y esto es así porque en México seguimos llenos de estereotipos y prejuicios acerca de quiénes son los que pueden realizar ciertos trabajos y estos estereotipos se trasminan en los procesos de reclutamiento, de ascenso y permanencia en el empleo, enfatizó.
Ello se traduce en prácticas que van desde los certificados de no embarazos o de que no se tiene VIH u otras enfermedades, hasta sesgos implícitos como la solicitud de una fotografía como elemento base para la contratación.
La funcionaria subrayó que el sector privado es el más afectado por la discriminación, por lo que invitó a las empresas a considerar la diversidad, la cual puede enriquecer sus procesos e impulsarlas al desarrollo.
La titular del Conapred participó en la entrega de reconocimientos a 73 Centros de Trabajo Certificados en la norma citada, por su esfuerzo para romper con el paradigma que genera una marcad brecha laboral entre hombres y mujeres.