POR Dulce María LIZÁRRAGA
Nadie esperaba que la pandemia por SARS-CoV-2 se prolongara tanto, ya casi un año, fue el pasado 20 de marzo de 2020 cuando se informaba que el país entraba en una cuarentena, los niños dejaron las aulas para empezar a estudiar a distancia.
Sin embargo, este ha sido un proceso largo y tortuoso para los padres de familia, aquellos que tienen la posibilidad de apoyar a sus hijos y los menos afortunados que no cuentan con las herramientas necesarias para continuar con su ciclo escolar.
Después de que la Secretaría de Educación Pública determinara que sólo se regresaría a las aulas cuando los estados pasen a semáforo epidemiológico verde, muchos padres de familia entraron en la disyuntiva de saber si inscriben a sus hijos al siguiente año escolar o es mejor perderlo.
Y es que las clases a distancia, a consideración de muchos padres de familia, no cumplen con lo necesario para que los niños aprendan de la mejor forma; las clases por televisión llegan a ser confusas o insuficientes.
La señora Ruth, madre de un niño de 7 años, dijo «afortunadamente mi hijo sabía usar la computadora, pero, si no ¿qué hubiera hecho? y, para colmo, las clases de la tele están revueltas y no tocan temas realmente».
Ruth agregó que por eso decidió no inscribir a su hijo al segundo año de primaria, argumentando que esperará a que los niños vuelvan a clases presenciales, pues considera que si ya la educación deja mucho que desear a distancia sólo pasan por pasar.
«Sé que perderá un año, pero eso significa que aprenda mejor, porque yo quiero que mi hijo aprenda, no sólo que pase el año» puntualizó.
Así como este caso, hay muchos padres mexiquenses que decidieron que sus hijos perdieran el año, que no entran a la prepa o universidad, conscientes de que la demanda escolar crecerá por aquellos padres que se vieron en la necesidad de sacar o cambiar a sus hijos de una escuela privada a una pública.
