POR Guillermo Guadarrama
Aunque los carros de apoyo de la LXXX peregrinación rumbo a la Basílica de Guadalupe, llevaban pancartas con el mensaje de no dejar basura a su paso, los creyentes hicieron caso omiso dejando sus residuos en el primer cuadro de la ciudad de Toluca (lugar donde pernoctaron previo a su salida) y parte del camino hacia su primera parada en el municipio de Ocoyoacac.
Nuevamente, esta celebración se vio opacada por la falta de higiene de los feligreses quienes siguen dejando un desorden a su paso, aunque si bien es cierto, en el centro de la capital mexiquense, hacen falta dispensadores, pues los que hay se encontraban saturados y con bolsas de basura alrededor.
Otro grave problema es la sobrepoblación de perros que, aunque no son peligrosos, acompañan a sus dueños durante esta peregrinación mientras que los que son de la calle, también siguen este contingente por los residuos de comida que los feligreses van dejando a su paso, no obstante, al llegar a la Ciudad de México, estos perros son abandonados debido a que los peregrinos terminan regresándose en automóvil.
En esta edición, se contaron al menos 30 canes que salieron desde la catedral de Toluca con los peregrinos, mientras que en el camino, se estima que vayan sumándose más a esta marcha para terminar siendo abandonados cerca de la Basílica de Guadalupe.