Redacción
La noticia del fallecimiento de Tori Bowie ha conmocionado al mundo del atletismo. La atleta estadounidense, triple medallista olímpica en Río 2016 en pruebas de velocidad, fue hallada muerta en su casa de Florida a los 32 años. Su agencia de representación, Icon, ha emitido un comunicado en el que no se especifican las causas de su fallecimiento. Bowie dejó un gran legado en el atletismo, siendo doble campeona mundial de atletismo en Londres 2017 en 100 y 4×100, y bronce en los 100m en el Mundial de Pekín 2015, entre otros logros.
Bowie, de orígenes humildes, fue criada por su abuela en Sandhill, en el Mississippi rural. Su abuela, Bobbie Smith, que apenas la vio competir en directo porque nunca ha tomado aviones ni le ha gustado salir del pueblo, le dejó una serie de lecciones que la atleta aplicó al atletismo. Comenzó en el salto de longitud, donde en 2011 fue campeona nacional con la University of Southern Mississippi, pero en 2014 su explosividad la llevó a cambiar de prueba y convertirse en una especialista de la velocidad. Desde entonces, demostró que su éxito no era flor de un día.
En el Mundial de Doha 2019, Bowie regresó a sus orígenes y compitió en salto de longitud, donde terminó cuarta. Sería la última vez que rozaría el metal en una gran competición. No lograría clasificarse para los Juegos Olímpicos de Tokio, aplazados un año, hasta 2021, por culpa de la covid, y seguiría activa hasta junio de 2022.
Entre las velocistas que compartieron pista con ella, la sensación es de incredulidad. La velocista española Maribel Pérez se mostró consternada con la noticia y dijo que recordaba haber corrido con ella en alguna ocasión, como en el meeting de Madrid de 2019. El estadounidense Noah Lyles, estrella del 200m masculino, reaccionó en Twitter mostrando su dolor por la noticia. Su antaño rival, Shelly-Ann Fraser-Pryce, también la recordó como una gran competidora y fuente de luz.
Bowie siempre mantuvo sus raíces en su memoria y reconoció en una entrevista que su abuela había sido el modelo a seguir en su vida. A los dos años, tanto ella como su hermana, Tamarra, fueron entregadas a una casa de acogida por su madre biológica, y ahí fue cuando entró en escena su abuela, entonces de 47 años, que ya había criado a cinco hijos propios. Su abuela peleó por ellas y obtuvo su custodia. «No teníamos mucho, pero ella nos dio carácter», dijo la atleta.
La pérdida de Tori Bowie ha sido un golpe duro para el atletismo y para todos los que la conocieron. Su legado perdurará como una inspiración para aquellos que luchan por sus sueños y por superar las adversidades de la vida.
Descanse en paz.
