Alelhi Rodríguez
A los 27 años, Jessica Karen Hernández Cadena fue diagnosticada con insuficiencia renal, enfermedad crónico-degenerativa que durante 14 años causó daños severos a su salud, tales como descalcificación en los huesos, lo que provocó 36 fisuras en su columna vertebral.
El anhelo de esta mujer de 41 años, era encontrar un riñón que cambiara su estilo de vida, que con el paso del tiempo iba deteriorándose por los tratamientos invasivos a los que se sometía, en este caso la diálisis.
En el 2021, aún con la COVID-19, esta educadora de profesión consiguió un riñón, que en la actualidad le permite caminar, trabajar, alimentarse por sí sola, entre otras bondades.
«Antes no podía prácticamente caminar, ya no podía comer porque volvía el estómago, ya no aguantaba por la diálisis, no dormía, tenía lapsos de insomnio hasta de una semana».
Hernández Cadena fue beneficiaria de una donación multiorgánica; una persona con muerte encefálica le devolvió la esperanza a ella y a otros tres pacientes que se encontraban en la lista de espera de un órgano.
Con un aspecto mejorado, Jessica compartió sobre la importancia de la donación de órganos, ya que ese riñón, platicó, le devolvió las ganas de vivir y salir adelante junto con su familia, en este caso su madre y abuela materna.
Hasta antes de la COVID-19, el Instituto de Salud del Estado de México (ISEM) realizaba hasta 50 donaciones multiorgánicas.
