Por Victoria Acevedo
Hacer nieves es trabajo básicamente para alguien joven, debido al esfuerzo que debe emplearse, pero existen dos maneras que emplea el señor Rubén Julián Sánchez. Puede ser con una máquina o tradicionalmente, con la receta que le otorgó su jefe de Monterrey; él optó por la nueva tecnología.
Desde hace 10 años se dedica a este noble trabajo que le permite recibir ingresos, porque su actividad principal es el campo, donde nos comenta que en el programa Procampo le entregan una ayuda anual de 2 mil pesos, lo que considera no es suficiente para el sustento de él y su esposa.
Siendo oriundo de Jiquipilco, don Rubén, nevero de oficio, se traslada con su familia al municipio de Almoloya de Juárez.
Diariamente, este trabajador de la tercera edad ofrece sus nieves, con distintos colores y sabores: beso de ángel, queso, mamey, melón, entre otros. Preocupado por la salud de la población, ha disminuido en la preparación la cantidad de azúcar, agregando crema, fruta y leches para hacer la combinación perfecta.
Las nieves se distinguen porque están hechas a base de agua, y los helados a base de leche. Para elaborar una u otra, se requiere una tina de madera o barrica; él optó por el nacimiento de las nuevas técnicas en la era moderna, para mantener viva la tradición en México.
Finalmente, el señor Rubén Julián gira con fuerza el bote cilíndrico, intercalando el uso de la pala, para lograr la consistencia y textura del producto y ofrecer a los paseantes de este bello Municipio su producto.