Lilia González
Si bien, todas y todos experimentamos pérdidas en la vida, tales como: pérdidas de seres queridos, amistades o animales de compañía, siendo situaciones que nos enfrentan al dolor y a la incertidumbre de la vida después de una ausencia, estas situaciones son más complicadas para las niñas, niños y adolescentes.
De acuerdo al Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), para un tema de duelo, los menores necesitan de personas adultas empáticas, que de forma cariñosa, segura e individualizada les proporcionen cuidados físicos, emocionales y psicológicos adecuados.
Para ello, plantea diversas recomendaciones efectivas:
• Hablar con la verdad: se les debe hablar con franqueza y con lenguaje apropiado a su desarrollo, siendo la persona que les dé la noticia alguien a quien le tengan confianza
• Escuchar: escuchar sus dudas y darles respuesta de manera tranquila y clara
Además de identificar y apoyar sus necesidades; respetar para que puedan expresar con libertad sus sentimientos y emociones; explicarles cómo la pérdida de su familiar les afectará; ofrecerles la oportunidad de participar en ceremonias, rituales y decisiones que se lleven a cabo; preguntarles si les gustaría hablar, recibir un abrazo, hacer alguna actividad o simplemente guardar silencio; de ser necesario pedir ayuda a profesionales; adaptarse a sus ritmos y formas de expresar lo que sienten y hacerles notar que todas las personas viven pérdidas.
En contra parte, recomiendan evitar ignorar sus ideas, expresiones o propuestas; minimizar sus sentimientos; decirles cómo actuar, corregirles constantemente o exigirles que deben estar bien; decirles frases sin sentido y hechas como “échale ganas”, “Si te ve llorar, no va a descansar en paz”; y evitar crear falsas expectativas diciéndoles que la persona que murió está dormida, de viaje o que regresará, puesto que los puede confundir y generar más miedos.
