Por Alelhi Rodríguez
Las luces y los escenarios en los circos se apagaron durante casi un año dos meses que lleva la emergencia sanitaria por COVID-19 en el país, fue uno de los tantos negocios que por medidas de prevención tuvieron que cerrar sus puertas por una larga temporada.
El proceso no ha sido sencillo después de casi 14 meses estancados; sin embargo, las más de 40 personas que laboran en un circo de Zinacantepec tuvieron que buscar alternativas para subsistir, ese fue el caso de Yonari Yonari Berthy, encargado del Circo Atayde Hermanos, quien comentó que se dedicaron al comercio para salir adelante aún con el virus latente.
«Nos resguardamos en un campo que está acá adentro en Zinacantepec, estuvimos vendiendo fruta, huevo, globos, con las camionetas que teníamos hacíamos fletes, para poder sobrevivir».
Y es que las decenas de trabajadores que dependían de este negocio, entre acróbatas, contorsionistas, equilibristas, escapistas, magos, malabaristas, mimos, motociclistas, payasos, trapecistas, zanqueros, etcétera, tuvieron que mantenerse avantes.
«Pues teníamos gente, a cargo de nosotros estaban los empleados, los artistas y sí nos apoyó mucho la gente del pueblo. Aquí en el circo hay de todo, niños, personas de la tercera edad, señoritas, adultos, mujeres, estamos el elenco que hay, como unas 40, 50 personas», añadió.
Y es que, en el 2020, se tenía una gira programada, un ejemplo, el Día del Niño, que por obvias razones tuvieron que cancelar y rembolsar lo ya liquidado, pues no había manera de abrir estos espacios debido a la aglomeración que generaba.
¿Cómo cambió el circo con la pandemia?
El aforo de un circo es de aproximadamente mil 300 personas, ante la situación de COVID-19, solo aceptan al 30 por ciento de su capacidad. Además de las medidas sanitarias como el uso de cubrebocas, la sana distancia entre espectadores y la sanitización del espacio entre funciones.
Afortunado en este circo, a pesar a la propagación de contagios y el cambio de giro temporal, ninguno de sus integrantes contrajo la enfermedad.
«Creo que lo más complicado fue dejar de trabajar, nosotros pensamos que sería un mes no un año dos meses y que los ahorros se acabaran, pero, gracias a Dios, no nos enfermamos», concluyó.