REDACCIÓN
A pesar del surgimiento de cientos de criptomonedas a nivel mundial, el bitcoin se mantiene como la principal a 10 años de su creación, aunque sigue siendo ilegal en muchos países y carece de una legislación internacional que regule su uSO.
El bitcoin, que surgió a partir de un programa subido a internet creado por uno o varios expertos informáticos bajo el nombre de Satoshi Nakamoto, fue la primera moneda digital.
Esta criptomoneda se caracteriza por ser descentralizada, es decir, no está respaldada por ningún gobierno, ni depende de un emisor central, por lo que su precio se determina en gran parte por la oferta y la demanda.
Este tipo de forma de pago se intercambia en línea, a través de un proceso denominado “minería”, mediante el cual se validan y reenvían las transacciones en bitcoins.
Todas las operaciones que se realizan en la red se van agrupando en bloques (blocks en inglés), y para validarlas los mineros deben encontrar una clave informática denominada “hash”, que son fórmulas matemáticas que sintetizan en pocos caracteres una gran cantidad de información y no se pueden modificar.
Cada bloque tiene un “hash” nuevo que se va enlazando con el anterior, por lo que se forma una cadena de bloques (blockchain).
Cada vez que un minero encuentra un “hash” válido, obtiene, tras la comprobación de al menos el 51 por ciento de los mineros, 12.5 bitcoins, con lo que la cadena de bloques (blockchain) se actualiza constantemente.
“Blockchain” es una enorme base de datos, en la que se van apuntando todo tipo de transacciones y que funciona con el consenso de las partes, además de que no se puede modificar ni operar fuera de las normas establecidas por la propia red.
Debido a que no es una moneda emitida por un gobierno, el bitcoin permite realizar transacciones transfronterizas sin tarifas de tipo de cambio, además de que sus usuarios permanecen en el anonimato.
Aunque los usuarios podrían sentirse protegidos por el anonimato, ese factor también permite que la criptomoneda sea utilizada para actividades delictivas como compra y venta de drogas, armas o lavado de dinero.
A esto se suma el limbo legal sobre el uso del bitcoin, que en ningún caso puede ser aceptado como un sustituto de la moneda de curso legal de un país.
La falta de una legislación internacional, que regule, restrinja o prohíba el uso del bitcoin no ha impedido que la criptomoneda sea utilizada en numerosos países como Japón, Estados Unidos, Corea del Sur, Reino Unido, Dinamarca, Australia, Sudáfrica y Estonia.
De hecho, Japón es considerado el país donde más se utiliza el bitcoin, el cual es considerado como un activo y método de pago legal.
Otro ejemplo es Reino Unido, donde el bitcoin es considerado como un activo personal, además de que todos los bienes que sean adquiridos con monedas virtuales están sujetos al pago de impuestos.
Del otro lado se ubican naciones como China, Bolivia, Ecuador, Islandia, Vietnam y Kirguistán, donde el uso de la criptomoneda está prohibido.
Un caso particular es el de Rusia, donde el uso del bitcoin no está legalizado, pero son comunes las transacciones con la criptomoneda, cuyo mercado alcanza cientos de millones de dólares al año, según estimaciones de la Asociación Rusa de Criptoindustria y Blockchain.
Respecto al precio del bitcoin, además de la oferta y la demanda, existen otros factores que inciden en su cotización, como los especuladores a gran escala, la participación de grandes inversionistas o los planes para legalizar o restringir su uso por parte de algún país, lo cual favorece la volatilidad de la moneda.
Cuando empezó a operar en 2009, el bitcoin ni siquiera alcanzaba algún precio, por lo que no era posible intercambiarla.
Fue hasta 2010, que la criptomoneda alcanzó un precio, aunque ni siquera llegó al dólar. Ese año, su cotización máxima fue de 39 centavos de dólar.
A partir de entonces, el precio del bitcoin se ha ido incrementado hasta cotizarse en miles de dólares, aunque siempre caracterizado por los constantes altibajos.
Algunos analistas prevén que este año el bitcoin tendrá una mayor estabilidad, luego de la volatilidad que caracterizó a la criptomoneda en 2018, sin embargo, otros estiman que los precios podrían ir a la baja.
Aunque el panorama para el bitcoin en 2019 es incierto, los expertos coinciden en que las criptomonedas se han convertido en un importante factor en el mundo financiero, con gran influencia en la economía y el sector tecnológico a nivel global.