viernes, noviembre 22, 2024
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China apuesta por repotenciar su comercio

REDACCIÓN

China iniciará el 2020 con el reto de fortalecer de nuevo sus relaciones comerciales, afectadas en 2019 por la guerra de aranceles con Estados Unidos, por lo que reajustará tarifas de importación de algunos productos a partir del 1 de enero.

El 2019 fue marcado por «continuas restricciones y presiones» a China por parte de Estados Unidos, así como la injerencia en asuntos soberanos, como el caso de las protestas en Hong Kong y la represión de la minoría uigur, y la venta de aviones de combate a Taiwán.

China anunció que reajustará las tarifas de importación para una gama de 850 productos a partir del 1 de enero de 2020 a fin de promover el desarrollo comercial de alta calidad, promover el desarrollo coordinado del comercio y el medio ambiente, e impulsar el desarrollo de alta calidad en la construcción conjunta de la Franja y la Ruta.

Estados Unidos y China culminaron la primera fase de negociaciones comerciales el 13 de diciembre, con la cual se logró la cancelación de nuevos aranceles a mercancías chinas que entrarían en vigor el día 15 de este mes y que será firmado por ambas partes en enero de 2020 en Washington.

El 20 de diciembre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reveló que conversó con su homólogo de China, Xi Jinping, para organizar la primera fase del gran acuerdo comercial entre las dos grandes potencias políticas y económicas.

China exigió que se reduzcan algunos de los aranceles que Estados Unidos mantiene sobre sus exportaciones por un valor de unos 375 mil millones de dólares, así como que se cancelara la entrada en vigor de los programados para el 15 de diciembre sobre unos 156 mil millones, de sus restantes exportaciones.

En la primera fase de su acuerdo comercial, China aceptó comprar cada año 40 mil millones de productos agrícolas estadounidenses, mejorar la protección de la propiedad intelectual del país americano y dejar de obligar a las compañías de ese mismo país a transferir tecnología.

Estados Unidos, por su parte, detuvo las tarifas sobre 156 mil millones de bienes chinos importados y redujo de 15 a 7.5 por ciento las tarifas sobre 120 mil millones de productos de Beijing aplicadas desde septiembre pasado.

Permanecen sin cambios las tarifas del 25 por ciento que se aplican desde marzo de 2018 a bienes chinos, hasta por 250 mil millones de dólares.

La guerra comercial inició en 2017 cuando el presidente estadounidense le dio la orden al Representante del Comercio Robert Lighthizer para que comenzara con la investigación sobre las prácticas comerciales “desleales” de China, las cuales van desde políticas y prácticas relacionadas con la transferencia de tecnología, propiedad intelectual e innovación hasta dumping, venta por debajo de costos de producción.

Para Trump y su equipo hay un problema con que Estados Unidos le venda 130 mil millones de dólares de bienes y servicios a China, pero le compre 505 mil millones. A su percepción, les están haciendo trampa.

La rivalidad real es la disputa entre la actual superpotencia, que es Estados Unidos, y un retador en ascenso representado por la economía asiática.

En tanto, en el tema diplomático las relaciones se han enturbiado por la aprobación de sendas leyes de apoyo a las protestas en Hong Kong por parte de Estados Unidos y la puesta en marcha por el Congreso estadounidense de otro proyecto de ley que critica la represión de la minoría uigur en la región autónoma china de Xinjiang.

El Congreso de los Estados Unidos aprobó un proyecto de “Ley de Derechos Humanos y Democracia de Hong Kong” para sancionar a los funcionarios hongkoneses que violen los derechos de los habitantes.

Por su parte, el presidente Xi Jinping expresó su preocupación por los señalamientos estadounidenses sobre acontecimientos recientes en Taiwán, Hong Kong, Xinjiang y Tíbet, posición que podría tensar las negociaciones de un acuerdo comercial entre ambas naciones.

Xi indicó que el comportamiento de Estados Unidos ha interferido en los asuntos internos de China y ha perjudicado sus intereses, lo cual es perjudicial para la confianza mutua y la cooperación bilateral.

La política de China tiene la firme determinación de salvaguardar su soberanía, seguridad e intereses de desarrollo, de implementar el principio de «un país con dos sistemas» y de oponerse a cualquier fuerza externa que interfiera en los asuntos de Hong Kong.

China ha dirigido la ciudad bajo un modelo especial, que permite libertades en Hong Kong que no se ven en el continente, desde su transferencia de los británicos en 1997. Además, no admite la intromisión extranjera.

Bajo el firme apoyo del gobierno central de China, Hong Kong ha mantenido su estado de puerto libre y territorio aduanero separado.

También ha mantenido y desarrollado relaciones con otros países, regiones y organizaciones internacionales bajo el nombre de «Hong Kong, China» en los ámbitos económico, comercial, financiero, marítimo, de comunicaciones, turismo, cultural y deportivo. En tal sentido, firma e implementa los acuerdos pertinentes.

Otro conflicto fue la aprobación de la venta a Taiwán de 66 aviones de combate estadounidenses F-16 por un costo de ocho mil 80 millones de dólares, a fin de reforzar la defensa de la isla ante las declaraciones de China de que la reunificación del país es su máxima prioridad.

China señala que el envío de equipos bélicos a Taiwán también infringe las normas básicas sobre los nexos entre las distintas naciones del mundo, el principio de «Una sola China» y lo estipulado al respecto en tres comunicados firmados por Beijing y Washington.

En 1949 Beijing y Taipéi suspendieron sus relaciones, luego de que las fuerzas del partido nacionalista chino Kuomintang, encabezado por Chiang Kai-shek, sufrieran una derrota en la guerra civil contra el Partido Comunista de China y se trasladaran a Taiwán.

A fines de la década de 1980 los vínculos entre ambos territorios chinos solo se restablecieron a nivel empresarial e informal, sin que existan en la actualidad contactos oficiales entre las autoridades.

Beijing considera a Taiwán como su provincia rebelde y rechaza tener relaciones diplomáticas con cualquier país que las mantenga con Taipéi.

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