Redacción
La reciente escalada en la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha tomado un giro más agresivo con la imposición de nuevos aranceles por parte de ambos países. En respuesta a las tarifas anunciadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, Pekín ha decidido imponer un arancel adicional del 34% a todas las importaciones de productos estadounidenses, que entrará en vigor el 10 de abril de 2025. Este movimiento responde a las medidas proteccionistas de Washington, que incluyen tarifas recíprocas sobre los productos chinos.
El presidente Trump, a través de su perfil en TruthSocial, no tardó en reaccionar, calificando la respuesta china como un error estratégico y un acto de «pánico». Aseguró que Pekín no podía permitirse tal respuesta y reafirmó su confianza en las políticas de su gobierno, animando a los inversionistas a aprovechar la situación para obtener grandes beneficios. Este comentario se dio justo cuando Wall Street comenzaba a sufrir por segunda jornada consecutiva, con caídas significativas en los principales índices, reflejando la incertidumbre económica derivada de la guerra comercial.
En paralelo, el Gobierno chino también ha presentado una fuerte crítica a las políticas de Estados Unidos, calificándolas de «intimidación unilateral». Pekín señaló que las tarifas impuestas por Washington no solo perjudican los intereses de China, sino que también amenazan la estabilidad del comercio global y las cadenas de suministro internacionales. En respuesta, el país asiático ha recurrido a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para presentar una demanda formal, argumentando que las medidas estadounidenses violan las normas internacionales y afectan gravemente a la economía global.
Además de los aranceles, China ha dado un paso más al incluir 16 entidades estadounidenses en su lista de control de exportaciones, lo que afecta principalmente a compañías involucradas en la tecnología y la defensa. Esta medida forma parte de los esfuerzos de Pekín para proteger sus intereses nacionales mientras continúa la confrontación con Washington.
La tensión continúa creciendo en un contexto económico mundial ya frágil, lo que genera dudas sobre el impacto que estas políticas tendrán en el crecimiento, la inflación y el consumo global. Las bolsas de valores de todo el mundo permanecen en alerta mientras las naciones se preparan para una batalla económica prolongada.