Redacción
Los talibanes informaron el domingo que más de 2,000 personas han perdido la vida después de un potente terremoto que sacudió la provincia occidental de Herat en Afganistán. El portavoz talibán Zabiullah Mojahid reveló que otras 1,240 personas resultaron heridas y 1,320 casas quedaron total o parcialmente destruidas en 13 aldeas de la provincia. Diez equipos de rescate se desplegaron en la zona con suministros de emergencia. El terremoto, con una magnitud de 6.3, golpeó cerca de la ciudad de Herat y causó daños significativos en provincias vecinas.
Anteriormente, un alto funcionario talibán estimó cerca de 2,000 muertes, aunque esta cifra podría aumentar a medida que continúen las operaciones de rescate y se busque a personas atrapadas bajo los escombros. El terremoto también se sintió en las provincias de Badghis y Farah, y se produjeron múltiples réplicas.
Las evaluaciones iniciales de la ONU indicaban alrededor de 100 muertes y 500 heridos, con cientos de casas destruidas y edificios dañados. En total, se estima que unas 4,200 personas, o 600 familias, se han visto afectadas. Mahal Wadakah fue identificada como la aldea más afectada, con al menos 20 muertes, y otras áreas gravemente afectadas incluyen Dasht Hows, Bahadorzai, Zoryan y Koshkak. Alrededor de 300 familias, unas 2,100 personas, fueron desplazadas a la ciudad de Herat, donde residen en edificios abandonados.
El terremoto golpea a Afganistán en un momento de crisis económica y hambruna, exacerbada por la reciente toma del poder por parte de los talibanes en 2021. La capacidad del país para responder a desastres naturales se ha visto aún más obstaculizada por la retirada de grupos de ayuda internacionales después de la retirada caótica de Estados Unidos.
El país también enfrenta dificultades económicas y financieras, ya que las reservas extranjeras fueron congeladas y la financiación internacional se cortó. El Banco Mundial advirtió que dos tercios de las familias afganas enfrentan desafíos significativos para mantener sus medios de vida, lo que dificulta aún más la recuperación de los terremotos, un fenómeno común en el país.
En marzo, un terremoto mortal afectó el noreste de Afganistán, mientras que otro en junio mató a más de 1,000 personas en las provincias orientales de Paktika y Khost.