Redacción
El Partido de la Libertad de Austria logra una histórica victoria en las elecciones parlamentarias con un 29,2% de los votos, el partido superó al Partido Popular Austríaco, actual partido gobernante, que recibió un 26,5%. La participación en la elección refleja las crecientes inquietudes de la población en torno a la inmigración, la inflación y la situación en Ucrania.
Herbert Kickl, líder del Partido de la Libertad y ex ministro del Interior, busca convertirse en el próximo canciller. Sin embargo, la falta de un socio de coalición que le otorgue la mayoría parlamentaria complica sus posibilidades de gobernar, ya que otros partidos han expresado que no desean colaborar con él. La situación política actual presenta un desafío para la formación de un nuevo gobierno.
Las preocupaciones por la alta inflación, la pandemia y la guerra en Ucrania han alimentado el ascenso del partido, que se ha posicionado como defensor de una política más estricta en materia de inmigración. En su plataforma electoral, titulada «Fortaleza Austria», el partido propone medidas como la remigración de inmigrantes indeseados y un control más riguroso de las fronteras.
El panorama político se complica, ya que Karl Nehammer, líder del Partido Popular y actual canciller, ha dejado claro que no tiene intención de formar una coalición con Kickl. A pesar de que su partido había visto un aumento en las encuestas, el resultado de las elecciones ha sido un golpe para su liderazgo, lo que plantea interrogantes sobre el futuro de su gobierno.
El apoyo a los socialdemócratas también se ha debilitado, con su líder, Andreas Babler, rechazando cualquier colaboración con la extrema derecha, a la que califica como una amenaza para la democracia. Aunque el Partido de la Libertad ha recuperado terreno desde las elecciones de 2019, la situación para los partidos tradicionales sigue siendo incierta.
El resultado final de las elecciones se espera en los próximos días, con la posibilidad de que se realicen nuevas alianzas políticas. Mientras tanto, manifestantes se han congregado en Viena, mostrando su oposición a la victoria del partido de extrema derecha, lo que indica que el clima político en Austria seguirá siendo tenso.