* Por santidad de niños mártires.
Ciudad del Vaticano.- Decenas de fieles mexicanos asistieron hoy a una misa de acción de gracias por el reconocimiento a la santidad de Cristóbal, Antonio y Juan, los niños mártires de Tlaxcala, quienes fueron elevados al honor de los altares la víspera por el Papa Francisco.
El cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano, encabezó la celebración en la que participaron algunos obispos y el cardenal Alberto Suárez Inda, arzobispo emérito de Morelia.
El rito tuvo lugar en la parroquia dedicada a Nuestra Señora de Guadalupe, ubicado sobre la avenida Via Aurelia de Roma y que es administrada por los sacerdotes de la congregación de los Legionarios de Cristo. Entre los presentes destacaron varios fieles con atuendos típicos y banderitas mexicanas. En la parte anterior, junto al atrio, se colocó una gigantografía con la imagen oficial de los niños mártires.
«Al canonizar el Papa Francisco a estos adolescentes, quiere llamar la atención sobre que pongamos nuestra atención en los adolescentes. No son niños, no son jóvenes, pero tienen una riqueza enorme, una generosidad que cuando ellos reciben el don de la vida en el espíritu vienen esos frutos de santidad», explicó Julio César Salcedo Aquino.
En entrevista con Notimex, el obispo de Tlaxcala aseguró que los adolescentes «no se encierran en sí mismos» sino que, como Antonio, Cristóbal y Juan «dan vida», «se preocupan por los demás».
«Los niños mártires nos dan un mensaje de actualidad muy grande, como nos ha pedido el Papa Francisco. Ellos hubieran podido vivir su fe en la intimidad de su familia sin embargo sintieron esa fuerza, su corazón se dilató y comenzaron a pensar en los demás», estableció.
Insistió que el mensaje de sus vidas es muy actual porque se trata de la invitación «a no ser autorreferenciales» sino a pensar en los demás, como lo hicieron ellos quienes perdieron la vida por preocuparse por sus familias o emprendieron el camino a otros lugares desconocidos, sabiendo de las dificultades que existían.
«Este es el mensaje: salir de nosotros mismos, dejar esa comodidad que a veces los adolescentes tienen de encerrarse en ellos mismos aunque tienen muchos dones que compartir: valores, alegría, amistad», estableció.
La misa fue celebrada completamente en español e incluyó algunos cánticos dedicados especialmente a los nuevos santos. Incluso el cardenal Amato pronunció su sermón en ese idioma.
Al momento de las ofrendas se llevó al altar un relicario precioso que contiene tierra de los poblados donde los niños fueron asesinados: Cristóbal en Atlihuetzia, Tlaxcala, en 1527, y los otros dos en Cuautinchán, Puebla, en 1529.
Ante la imposibilidad de tener una reliquia de «primer grado» de los niños, es decir un trozo de sus restos, ni tampoco de «segundo grado», alguna indumentaria conservada, se optó por una extracción de tierra como reliquia de «tercer grado».
Esta fue bendecida por el cardenal Angelo Amato y será llevada de regreso a México para reforzar la devoción popular por los nuevos santos.
De hecho, Salcedo reveló que gracias a la canonización se ha renovado ese aprecio popular por los adolescentes indígenas martirizados, un cariño que se ha mantenido por casi cinco siglos.
«El pueblo siempre ha percibido la santidad en ellos. Desde 1990, cuando fue su beatificación, esta devoción se acrecentó y ahora, con su canonización, se ha reforzado, para verlos como intercesores y como modelos», apuntó.