Redacción
Cuando Rusia inició su invasión de Ucrania en 2022, muchas empresas occidentales abandonaron el país en protesta. Sin embargo, algunas compañías importantes como Nestlé, Heineken y Mondelez decidieron quedarse. Aunque más de un año después, estas empresas se encuentran en una situación difícil, ya que irse se ha vuelto más costoso y complejo, mientras que quedarse implica enfrentar sanciones occidentales y un gobierno ruso cada vez más hostil.
El gobierno ruso está dificultando que las empresas occidentales vendan sus activos en el país, imponiendo grandes descuentos e impuestos punitivos. Ejemplos escalofriantes de esta intervención estatal incluyen el caso de Danone y Carlsberg, cuyos activos locales fueron nacionalizados por orden de Vladimir Putin.
Más de 1,000 empresas extranjeras abandonaron o suspendieron operaciones en Rusia desde el inicio de la guerra, pero más de 200 empresas continúan haciendo negocios allí. Empresas como Unilever, Nestlé, Mondelēz y Procter & Gamble han optado por quedarse, argumentando que están preocupadas por el bienestar de sus empleados y socios locales, y que dejar el país podría aumentar las fuentes de ingresos del Kremlin.
Salir de Rusia no es sencillo, ya que implica fuertes sanciones y dificultades para encontrar compradores legítimos debido a las sanciones occidentales. Las empresas se encuentran en una posición complicada, y mientras algunas han reducido sus operaciones para mantener cierta presencia en el país, otras, como Unilever, han optado por seguir operando de manera restringida, considerando que es la «menos mala» de las opciones.
Las acciones del gobierno ruso hacia Danone, Carlsberg y otras empresas extranjeras demuestran que incluso las empresas que optan por quedarse están en riesgo de ser nacionalizadas. Algunos expertos consideran que irse es la única opción legítima para presionar al gobierno ruso, mientras que las empresas que permanecen enfrentan desafíos crecientes y un futuro incierto en el país.