REDACCIÓN
En la primera quincena de marzo de 2019, 74.6 por ciento de la población de 18 años y más consideró que vivir en su ciudad es inseguro, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Dicho porcentaje no representa un cambio estadísticamente significativo respecto a diciembre de 2018, pero sí es estadísticamente menor al de 76.8 por ciento registrado en igual mes de 2018.
El vigésimo tercer levantamiento de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) reveló que la percepción de inseguridad por parte de las mujeres continua en aumento, con 79.6 por ciento, mientras que para los hombres fue de 68.3 por ciento.
Así, las ciudades con mayor porcentaje de personas de 18 años y más que consideraron que vivir en su ciudad es inseguro fueron Tapachula (96 por ciento), Villahermosa (95.2 por ciento), Cancún (93.3 por ciento), Reynosa (92.8 por ciento), Coatzacoalcos (92.6 por ciento) y Ecatepec de Morelos con 92 por ciento.
Por otro lado, las ciudades con menor percepción de inseguridad fueron Saltillo (26.4 por ciento), San Pedro Garza García (34.5 por ciento), Mérida (38.5 por ciento), Los Cabos (40.8 por ciento), San Nicolás de los Garza (41.7 por ciento) y Durango (42.9 por ciento).
En específico, destacó que 81.7 por ciento de la población siente inseguridad en los cajeros automáticos localizados en la vía pública, 75.1 por ciento en el transporte público, 69.7 por ciento en el banco y 67.1 por ciento en las calles que habitualmente usa.
Mientras que en los próximos 12 meses, 32.8 por ciento de la población de 18 años y más, residente de las ciudades, manifestó que la delincuencia en su ciudad seguirá igual.
En tanto, 22.2 por ciento de la población refiere que la situación empeorará en los próximos 12 meses, lo que representa 14.1 puntos porcentuales menos respecto a marzo de 2018 y 3.2 puntos menos frente a diciembre de 2018.
El INEGI explica que la sensación de inseguridad por temor al delito y las expectativas que tiene la población sobre la seguridad pública se generan por la influencia de diversos factores, como la atestiguación de conductas delictivas o antisociales que ocurren en el entorno donde se desenvuelve la población.
Así mismo, el temor al delito puede hacer cambiar las rutinas o hábitos de la población, así como la percepción que se tiene sobre el desempeño de la policía.