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México a una década de la influenza cómo se vivió y lecciones aprendidas

REDACCIÓN

Eran las 11 de la noche del 23 de abril de 2009, cuando la Secretaría de Salud informaba a la población mexicana y al mundo que una nueva cepa de influenza AH1N1 estaba circulando en el país, y se desconocía su nivel de letalidad.

Más de 70 mil casos confirmados y aproximadamente dos mil muertes fue el saldo de esta pandemia, la cuarta en el ámbito mundial por influenza.

Una década después, las lecciones aprendidas fueron varias: se estudió mejor al virus, se actualizaron los protocolos y se creó una red nacional de laboratorios que pueden realizar pruebas diagnósticas, sin tener que esperar el procesamiento de las muestras en laboratorios extranjero.

La población aprendió a cuidarse, a prevenir la enfermedad mediante la vacuna, el lavado de manos, el estornudo de etiqueta (utilizando el ángulo interno del brazo en la boca) y evitar sitios muy concurridos.

No obstante, con el paso del tiempo se le ha perdido el miedo al virus, se confía en tener control y se está bajando la guardia.

La influenza es una enfermedad respiratoria con síntomas similares a los de la gripa, sin embargo, la fiebre de más de 39 grados centígrados, fuerte dolor muscular y de garganta, a veces acompañada de tos, es lo que debe hacer sospechar que se trata de este padecimiento y no de un resfriado común.

Semanas antes de que se diera a conocer la presencia de un nuevo subtipo del virus AH1N1 se habían registrado casos inusuales de neumonía en jóvenes que normalmente no se enfermaban, incluso una mujer joven murió en Oaxaca, y se enviaron pruebas a un laboratorio de Canadá, pues así lo marcaba el protocolo de 2005.

A 10 años de distancia, México se encuentra preparado para hacer frente a una nueva pandemia que pudiera surgir.

José Luis Alomía Zegarra, director General de Epidemiología (DGE), destacó que se ha caminado mucho en la prueba específica de diagnóstico que permite confirmar si es influenza y de qué subtipo se trata. Actualmente todos los estados de la República mexicana tienen la capacidad de diagnosticar y el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (Indre) las puede recibir y confirmar.

“Hoy se está mucho más preparado para enfrentar una situación como esta, y de una vez les digo, va haber otra pandemia, no tengo duda. El tema es cuándo y de qué cepa, ojalá no sea la H5N1, la gripe del pollo, esa que por lo menos hasta ahora ha matado a siete de cada 10 humanos que ha infectado”, coincidió Pablo Kuri Morales, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Quien fuera el encargado de ordenar la información en el país durante la pandemia, recordó que México fue responsable y valiente al informar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de los casos confirmados y del riesgo de que esta fuera la nueva pandemia de la que se había advertido desde el año 2003.

México actuó rápidamente y fue ejemplo de honestidad. Aunque tuvo un costo económico, como primera medida, se determinó el cierre de las escuelas a partir del 24 de abril, y por primera vez, un presidente de la República (Felipe Calderón), encabezó una reunión del Consejo de Salubridad General porque se veía que era un asunto grave, delicado.

En los primeros días hubo una danza de cifras que ponían en entredicho la credibilidad de los informes, incluso se le daban a conocer primero a la OMS que a la población mexicana.

¿Por qué ocurren las pandemias?

En el mundo ha habido cuatro pandemias de influenza: la de 1918 por el virus AH1N1 que causó 50 millones de defunciones; la de 1957 por el virus AH2N2, la de 1968 por AH3N2 y la de 2009 por AH1N1.

Los ciclos entre pandemias, se considera, van de los 10 a los 40 años, pero la realidad es que puede ocurrir en cualquier momento.

Las aves y los puercos son los principales huéspedes del virus de influenza y contagian al hombre; el problema se presenta cuando aquel muta y es capaz de propagarse de persona a persona, para convertirse en pandemia.

Un estudio reciente refiere que el virus de la pandemia de 2009 estaba ya circulando 10 años antes en granjas porcícolas de México, señaló la doctora Zaidi Mussaret Bano.

“Originalmente se pensó que la nueva cepa del virus había surgido en Asía y que había migrado a Estados Unidos y de ahí a México, porque cuando surge la pandemia en 2009, los bancos genéticos de los virus no mostraron nada que se le pareciera y lo más remoto que pudieron encontrar fueron cepas asíaticas, pero este nuevo artículo que muestreó en granjas de México demuestran que se originó aquí”, comentó.

Desde 2005 la Dirección General de Epidemiología opera manuales estandarizados para la influenza, y se actualizan cada dos años en coordinación con los organismos internacionales.

Estos documentos hacen referencia a las características de la enfermedad, síntomas y tratamiento; son una guía para todo el sector salud (público y privado), señalan cómo deben llevar a cabo los procesos de detección, clasificación inicial, confirmación y notificación de los casos, así como la forma en que se deben abordar los brotes, señaló Alomía Zegarra.

El 18 de diciembre del año pasado, México participó en el más reciente simulacro internacional sobre influenza coordinado por la OMS desde Ginebra, Suiza.

Estamos bajando la guardia

Aunque existen esos planes y se han realizado campañas informativas, la población ha empezado a perderle el miedo al virus y la comunidad médica está olvidando pensar en que puede ser influenza, expresó el director General de Epidemiología.

“A medida que pasaron los años y que el riesgo se visualiza cada vez menos, relajamos las medidas preventivas y eso nos lleva nuevamente a estar expuestos ante los problemas de la enfermedad”, agregó.

La vacuna contra la influenza, la tradicional o la recombinante son la mejor estrategia para prevenir esta enfermedad respiratoria, cuyas complicaciones son causa de hospitalización y muerte.

El oseltamivir es hasta ahora el antiviral más efectivo para el tratamiento de los pacientes que han contraído la enfermedad, pero debe iniciarse en las primeras 48 horas, a más tardar a las 72 horas de que aparecen los síntomas para realmente sea efectivo.

Alicia Galván, directora Médica de Laboratorios Liomont, mencionó que durante la pandemia del 2009 el gobierno federal le pido a distintas farmacéuticas nacionales fabricar de manera extraordinaria el antiviral para tener suficientes dosis, y esta empresa fue la única que aceptó.

“Paramos toda la producción de todos nuestros demás medicamentos y nos dimos a la tarea de producir el oseltamivir, la materia la tenía el gobierno resguardada en los campos del Ejército para una emergencia de este tipo, fueron tres días intensos, trabajó la gente con un gran compromiso y entregamos a tiempo”, relató.

Hace tres años esta farmacéutica introdujo a México la vacuna recombinante contra influenza, cuyo tiempo de producción es menor a la tradicional, por lo que ante una nueva pandemia una vez que se tenga la información genética de la cepa podría elaborarse en unos cuantos días para distribuirla entre la población.

La vacuna tradicional es igualmente efectiva para prevenir la enfermedad, y cada año la Secretaría de Salud pone a disposición de la población más de 30 millones de dosis para que se apliquen principalmente en los grupos más vulnerables que son os menores de cinco años, los mayores de 60 años, las embarazadas y las personas con enfermedades crónicas.

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