REDACCIÓN
Diez ediciones, 616 sedes nacionales, 29 internacionales, más de 15 mil telescopios, tres Récords Guinness y 60 mil voluntarios han hecho de la Noche de las Estrellas el evento de divulgación más importante del mundo.
En conferencia de prensa en la Casa del Lago, en Chapultepec, Jesús González, director del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y José Franco, creador de esta iniciativa e investigador del instituto, dijeron que el capítulo 11 se relacionará con la Tabla Periódica, ya que la ONU decidió que 2019 fuera el año de su conmemoración.
En el acto, externaron su preocupación debido a que si bien participa la UNAM, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica y se cuenta con apoyo de empresas de la iniciativa privada y el trabajo de miles de voluntarios, el aporte principal lo hace el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
La iniciativa pudiera estar en riesgo, alertaron, por los recortes presupuestales al Conacyt.
Franco contó que la historia de La Noche de las Estrellas empezó con 700 telescopios para 210 mil personas y el objetivo era observar a Saturno y la Luna, el 31 de enero de 2009, Año Internacional de la Astronomía.
Tuvo dos antecedentes: un evento en el Zócalo capitalino para observar la Luna el 20 de febrero de 2008 y una reunión de prueba en Xochicalco, en colaboración con Francia, quienes realizan un evento así desde 1991 en Fleurance, Francia.
Siempre se ha buscado que sea en sábado. Esto, para que sea una reunión en la que quepan todos: especialistas en el tema, divulgadores de la ciencia, aficionados y familias enteras gocen del conocimiento y de mirar el cielo y puedan desvelarse un poco, porque casi todos descansan el domingo.
El primer sábado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) aportó 16 sitios prehispánicos, de un total de 26 sedes, entre ellas Xochicalco, Monte Albán y Teotihuacán; se llamó “Del cielo de nuestros antepasados a las cosmovisiones”.
Ese mismo año se decidió conseguir un Récord Guinness, el mayor número de personas mirando a la Luna, una iniciativa poco exitosa, porque el mayor número de personas estaba en la capital y zonas aledañas y no paró de llover; se lograron mil personas.
En 2010, con motivo de los aniversarios de la Revolución e Independencia, la noche se llamó Nuestro Universo en Movimiento.
Para 2018, que se llamó Cosmovisiones, las historias del cielo, hubo 200 sedes nacionales, 270 mil asistentes en 32 entidades.
Países como China o Colombia se han unido a estas celebraciones que han tratado temas de lo más variado y de gran interés, tales como el péndulo o el universo maya.
Hemos demostrado que la astronomía tiene relación con todo, de manera muy importante con los elementos de la tabla periódica, dijo, por su parte, el director del Instituto de Astronomía de la UNAM y comentó que señalar que «somos polvo de estrellas» es más que una alegoría, es una realidad.
Toda nuestra composición química, mencionó en la charla que dio sobre el nacimiento, desarrollo y muerte de las Estrellas, viene de la composición de estos soles.
José Franco enfatizó la importancia de que la ciencia ocupe un lugar predominante en la agenda pública e indicó que en 2015 se logró un presupuesto histórico; desde entonces a la fecha, se redujo casi 50 por ciento, 13 por ciento sólo del año pasado a la fecha.
El presupuesto actual es similar al de 2009, 2010 o 2011, con agravantes, pues el número de estudiantes becados en posgrado era la mitad de los de ahora y el número de miembros en el Sistema Nacional de Investigadores es ahora el doble.
La ciencia, añadió Jesús González, es un motor de desarrollo de una nación. La gente tendrá su Noche de las Estrellas este año y el otro también. Mirar el cielo es una herencia ancestral que se debe extender.