ENTRE COMILLAS
LA RAZA Y EL ESPÍRITU DE LA UNAM
Alberto Abrego
“Por mi raza hablará el espíritu”
Lema universitario, legado del maestro Vasconcelos.
Ser universitario significó una etapa importante en mi vida y determinó lo que hoy es mi presente en el ámbito personal, profesional, social e ideológico. La Universidad Nacional Autónoma de México fue mi casa formadora durante cuatro años, y desde entonces la he considerado un ente que me convirtió en legatario de una conciencia libre y de respeto a las ideas.
El concepto de Universidad no debe limitarse hoy en día a la institución que provee de conocimientos y cultura y que concede grados académicos, porque la cultura adquiere formas diversas a través del tiempo y del espacio; por eso para mí, la universidad es también una diversidad de ideologías, opiniones, tendencias, conceptos, investigaciones, teorías y una identidad hacia el alma mater que no necesariamente tiene que coincidir con posturas ideológicas.
Es Nacional porque está en territorio mexicano, pero además es incluyente en cuanto a razas, géneros, nacionalidades, posición social, religiosa, económica o política. Respeta la pluralidad de ideas y fomenta el debate académico, logrando con ello una formación más completa del ser social.
Es Autónoma porque se presume ajena al servicio de intereses particulares, la autonomía nos brinda la libertad de ejercer la reflexión y la crítica con profundo respecto a opiniones diferentes. La autonomía es el criterio del respeto a la diversidad de criterios; independiente y autogobernada; inmersa en la políticapero ajena a partidos políticos. El compromiso es la pluralidad y el ejercicio libre de los derechos.
Y es de México, para los mexicanos, para Latinoamérica, y para el mundo. Es un orgullo nacional, una institución muy grande, compleja y diversa como para estigmatizarla en un bando radical de la ideología política. Su pluralidad es lo que la hace democrática e incluyente. Y nos pertenece a todos, hayamos o no estudiado en ella.
La historia de la UNAM es rica en identidades que caracterizan grupos y sociedades de la humanidad. “Por mi raza hablará el espíritu” unifica valores, principios y objetivos. En sus 111 años de su existencia, la máxima casa de estudios ha visto pasar por sus aulas a personajes de extrema derecha, como Carlos Salinas de Gortari, Miguel de la Madrid Hurtado, José López Portillo, Luis Echeverría Álvarez, Adolfo López Mateos y Miguel Alemán, todos ellos símbolos de un México autoritario y antidemocrático, y no por ello la UNAM es responsable de conductas perversas e ideologías de dominación.
Por eso sorprenden los comentarios vertidos desde la máxima institución del país hacia nuestra alma mater. Autoridades, académicos, alumnos, personal administrativo, investigadores, egresados y en general toda la comunidad universitaria tiene total libertad de pensamiento e ideologías, alimentadas por una diversidad que constituyen el concepto de la Universidad. El prestigio de la UNAM se ha forjado en el plano internacional en el rango del conocimiento, de la investigación, en el fomento a la cultura, en un nivel académico aceptable, en la formación de una identidad social, en la construcción de un pensamiento progresista y en la libre expresión de las ideas. A esta institución, noble y humanista no le quedan adjetivos “de derecha”, o “de izquierda”, como tampoco debería tener obligaciones o compromisos políticos. Su lema se funda en la libertad para todas las razas, con un espíritu incluyente, respetuoso y sobre todo libre. Decir que perdió su esencia, calificarla de individualista, conservadora y neoliberal son agravios que la máxima casa de estudios no se merece, porque ni es un semillero de conservadores ni es un nido de comunistas. Su diversidad y pluralidad es lo que la hace grande, y por eso es reconocida y respetada aún allende las fronteras.
“La diversidad cultural es, para el género humano, tan necesaria como la diversidad biológica para los organismos vivos” (María Fernanda Martínez Hoyos en su libro Universidad y Diversidad Cultural, Diálogos Imperfectos), palabras nunca tan oportunas. Como anillo al dedo.
RÁPIDAS MEXIQUENSES. En Cuautitlán Izcalli, y en circunstancias poco claras, el conocido actor Octavio Ocaña pierde la vida de un disparo en la cabeza después de una persecución policiaca. Lamentable, muy lamentble. Y para variar, ¡TENÍA QUE SER EN EL ESTADO DE MÉXICO!