viernes, noviembre 15, 2024
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SE VA EL 2021- ISIDRO O’SHEA

SE VA EL 2021

Por: Isidro O`Shea

@isidroshea

Se va el 2021. Se va el año. Se va como los trenes que se llevan amantes que no regresan. En lo personal, siento que se van dos años en un pequeño racimo. No veo, ni vi mucha diferencia entre el 2020 y el 2021. Creo que – más para unos, que para otros – marzo del 2020 ha sido el mes parteaguas de muchos sucesos y de un ciclo que a veces parece apuntar a un final, y en otras ocasiones parece que no cesará. Lo anterior marcado por la epidemia del COVID19.

El 2021, reitero, no fue muy distinto al 2020. Idas y venidas entre México y Madrid con la esperanza de volver al mundo precovid, con la experiencia y los aprendizajes adquiridos en el mundo Covid. Intentando asimismo llevar de manera paralela los efectos de la pandemia con los avances de una tesis doctoral. Una tesis doctoral de algo igual de cambiante como es el sistema de partidos mexicano, que continuó moviéndose, principalmente, a partir de las elecciones de junio pasado.

Y es que, por una parte, MORENA y sus aliados perdieron la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, así como prácticamente la mitad del territorio de la Ciudad de México, pero por otra, sorprendió llevándose 11 de las 15 gubernaturas en disputa; quizá la mayor sorpresa, Baja California Sur.

El 2021 que desde los primeros meses asustó con el asalto al Capitolio, pudiendo significar el asalto a las instituciones democráticas de occidente. Con una segunda parte del año enmarcada en la renuncia de Ángela Merkel como canciller de Alemania y un Chile polarizado entre la oferta partidista de la derecha y la izquierda más radicales de aquel país.

2021, el año que también mostró el nivel de desigualdad no solo entre individuos, sino entre naciones. Con una Europa occidental prácticamente vacunada al 100% y un África que difícilmente llega al 20% de vacunación contra el COVID19. Diferencia, que para muchos, significó la causal de la aparición de las variantes más nuevas de la enfermedad.

Se cierra el 2021 en lo local con el poco respeto de los gobernantes hacia sus gobernados; con ayuntamientos no solamente endeudados con proveedores, sino incluso con trabajadores; con servicios públicos, prácticamente inactivos.

El 2021 que volvió a ver una Cámara de Diputados sin mayorías absolutas, pero peor aun: sin el mínimo intento de diálogo e interlocución entre bloques políticos.

Se va el 2021 mostrando la incapacidad de los partidos de oposición para crear un discurso alterno al del actual gobierno. Se va un 2021, que encausó de manera muy pronta y rápida la carrera por la sucesión en la gubernatura del Estado de México.

Diremos adiós, al que, desde mi perspectiva, fue la evidencia de que es verdad que los políticos arcaicos no quieren dar espacio a los jóvenes; mucho menos a los jóvenes que tienen conocimientos bajo el brazo.

Se va el 2021 siendo paranormal, tan paranormal como para decir que los campeones de este año son precisamente, el Cruz Azul y el Atlas. Pero también se va el 2021 con la esperanza en el ser humano, sobre todo en aquel que prometió regalar tortas ahogadas y tacos el día que el Atlas fuera campeón, y lo cumplió.

Se queda atrás el 2021, con la satisfacción de algunos, por haber podido asistir después de mucha espera, a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más grande del mundo en español.

Se va el 2021 sin muchas celebraciones, pero sí enseñanzas y aprendizajes, pero sobre todo con la esperanza de un mejor futuro, incluso de un mejor futuro más allá del 2022.

Se va, como poco a poco, se van anulando los días para entregar la misma tesis doctoral, pero con el reflejo de los cambios del sistema de partidos mexicano y sus implicaciones para la democracia.

Se va, como me voy yo, sabiendo que a veces, vale más la pena dudar que confiar en aquel que solo nos llena de palabras.

El 2021 también se va, quizá con lo más triste (más allá de las muertes) socialmente hablando que ha dejado la pandemia: universidades vacías y generaciones que no han podido conocer del todo a sus profesores y compañeros.

Se va el 2021, siendo en gran parte heredero del 2020.

Vendrán tiempos mejores. Si no es así, quedarán lugares para huir. El problema estará cuando tengamos, como Joaquín Sabina, que enunciar: ¿A dónde huir cuando no quedan islas para naufragar?

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