* Falsos líderes.
* De la valentía a la humillación.
* Obrador, «El Dios».
Por Julio A. AGUIRRE
Un general que ve con los ojos de otros, nunca será capaz de mandar un ejército como es debido. Napoleón Bonaparte.
Nuestro México lindo y querido es un vivero de líderes tan falsos que un billete de 2 pesos -moneda nacional, claro-. La familia política, incluyendo todos los partidos políticos, desde el cargo público menos trascendente, hasta los «grandes toros», presumen ser Mesías.
Personajes se sienten Dios y no alcanzan grado de aprendiz de santo. Todo saben, todo prometen, todo conocen y todo lo arreglarán en tres patadas.
Años van, administraciones pasan y el mexicano no ve llegar los milagros prometidos.
No dudamos que viejas y nuevas generaciones de «Mesías» ingresan a dicha profesión con un poco de caudillos para derrocar al cacique, y a la primera de cambio el defensor del oprimido se transforma en opresor del pueblo.
Los buenos se suman a los malos reforzando al grupo de millonarios del país, algunos con fortunas tan impresionantes que la distribuyen en diferentes bancos en el mundo.
Tristemente el caudillo se convierte en cacique adueñándose de voluntades, vidas y haciendas.
Los nuevos políticos se levantan en armas hartos de las «canalladas» de los partidos existentes, ¿sabe que es lo primero que hacen? Unirse con el enemigo, servirle de alfombra para que sigan acumulando poder y dinero, y recibir lo que sea la voluntad de los institutos de siempre.
Los partidos de reciente cuño se convierten en nuevos tentáculos del pulpo que controla al país; aquel caudillo orgulloso termina negociando sus votos.
El grito exigente se apaga con las migajas que él poderoso le arroja.
Ni principios, ni abogados de los pobres, ni orgullo, ni dignidad.
Calladitos, mirando el suelo y levantando la mano para aprobar leyes que el otro ordena. Caudillos por horas, semanas o meses. Mesías falso. Por eso estamos como estamos.
OBRADOR, DIOS TEMIBLE
¿Crees en Dios? Si crees en él existe; si no crees, no existe. Máximo Gorki.
El caso del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador el más claro, que no el único, ejemplo.
El terco Mesías que va por su tercer intento rumbo a la presidencia de la República, mantiene el apoyo y la confianza de millones de ciudadanos; el viejo y rayado discurso crece no por lo que pueda cumplir de lograr su objetivo, sino porque la sociedad ya probó con el partido tricolor, con el partido blanquiazul.
No estamos señalando que la tercera será la vencida para Obrador, en 2018. Reconocemos que la simpatía para AMLO nace de la antipatía ciudadana a los partidos señalados.
Hemos escuchado voces que expresan su interés de votar por el tabasqueño bajo el argumento: ¿Qué podemos perder que no hayamos perdido ya?, expresan.
Obrador algo tendrá de inteligente pero lo que lo distingue es su viveza. Desde que llegó -procedente del PRI- a las filas del Partido de la Revolución Democrática, se ha coinvertido en un dios para quienes dirigen e integran las tribus amarillas.
Jala gente y suma aliados. Quiérase o no, es amo y señor de las izquierdas en el país.
Si bien el PRD está a favor del diálogo, el Partido de la Revolución Democrática no aceptará que López Obrador nos perdone por algún pecado. Ni que fuera Dios, expuso Jesús Zambrano.
Pasado y presente señala que el PRD necesita más de AMLO, efectivamente no es Dios pero tiene el don que a su llamado muchas ovejas responden a él.
Pobre de ti México lindo y querido. Lleno de caudillos que terminan siendo caciques. Saturado de «dioses» que no saben el padre nuestro. Blasfemia la utilización del nombre de Dios, además, apostaría, el Señor está igualmente harto de los políticos mexicanos.
Tal vez lloré o tal vez reí/ Tal vez gané o tal vez perdí/ ahora sé que fui feliz y si lloré también amé, puedo seguir hasta el final…A mi manerA.
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