Por Julio A. AGUIRRE
**Corrupción al máximo nivel.
*Todos tienen un precio.
*Congreso mexiquense, «álbum de estampitas»
Un caballero se avergüenza de que sus palabras sean mejores que sus actos. Confucio.
Nada de cuanto pueda ocurrir en la política mexicana nos sorprende. No importa el partido, tampoco los colores y sus siglas. Hemos perdido la noción y el significado de partido de derecha, o de izquierda. Todos, con diferentes armas, buscan alcanzar la gloria que otorga el poder; ya no les preocupa cambiar las formas, lo que vale es el fondo. Biznez is Biznez.
El tema de moda se llama corrupción. Palabra maldita que tiene hundido al país. Hay, sin embargo, saber diferenciar pues aunque chana y Juana parece lo mismo no lo es.
La promesa estrella del actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador está enfocada justamente en acabar con esta lacra, sin embargo hay una frase que señala: el juez por su casa empieza.
Directo al grano. La corrupción al más alto nivel nunca será erradicado porque no le conviene a partidos ni a políticos. El Jefe del Ejecutivo Federal está luchando contra un monstruo de mil cabezas, incluyendo a los más fieles del político tabasqueño, que se dan golpes de pecho pero resultan incapaces de ayudar verdaderamente a la causa.
El honorable recinto Legislativo mexiquense está convertido en un patio de recreo donde se pasan el tiempo intercambiando diputados como si fueran estampitas.
Eso es, para quien escribe, corrupción pura y al más alto nivel; avalado, además, por nuestra Constitución. Los diputados incluyendo los federales siempre pendientes a la oferta y la demanda.
En el futbol mexicano existía una cosa llamada «Pacto de Caballeros» -entre los dueños de equipos- (Pacto de rateros, señala parte de la prensa), que vendían y compraban jugadores como si fueran mercancía. En los Congresos locales se formó en tiempos inmemorables un llamado «Pacto entre Diputados» (jefes de bancada), quienes deciden si la chiquillada es cambiado o prestados a otros partidos por así convenir a sus intereses, buscando agrandar el montón de aliados y que las iniciativas sean aprobadas o rechazadas por mayoría.
Eso, desde mi punto de vista es corrupción de altos vuelos.
Por ejemplo a un diputado del PRI el pueblo le dio el voto y la confianza para que de la noche a la mañana este sea enviado, por ejemplo, al Partido Verde Ecologista de México.
Los diputados del Partido Acción Nacional se van Partido de la Revolución Democrática (PRD), mientras estos corren a Morena, y los de Morena al resto de partidos que no tienen cantidad ni calidad de representantes.
Hay otros que de plano se vuelven «Independientes» dando la espalda a las siglas y colores que lo representó en las boletas.
¡Qué desmadre es México verdad de Dios! Corrección, que desgarriate son nuestros políticos.
¿Y la dignidad, apá? ¿Por qué permitir ser manejados como costal de papas? ¿Y sus principios básicos y su ética, y su compromiso con la sociedad, y su familia? Desde ahí, pienso, nace la verdadera corrupción. La corrupción de moño y zapatos de charol no la corrupción del jodido en la que usted o yo alguna vez hemos caído dando la «mordida» al agente de tránsito. Por ejemplo. Nuestro comentario no va en contra de Andrés Manuel López Obrador, ni de anteriores presidentes, tampoco lleva sello exclusivo para un sólo partido político, y tampoco para las y los diputados locales y federales. ¡Esto va para todos y es por todos! ¿Cuántos puestos y cargos importantes en gobiernos municipales, estatales y federales no han sido comprados en la historia del país?
Quien compra tarde o temprano se vende, o se alquila, o se cambia como una pobre estampita para el álbum. El mismo gobierno actual nos habla de la Cuarta Transformación, limpia y sin actos corruptos. Aplaudimos la idea de investigar y encerrar a los corruptos del (actual sexenio) que sean sorprendidos en actos de esa índole.
¿Y los corruptos de ayer? Que Javier Duarte ex gobernador de Veracruz se encuentre preso mientras su esposa se pasea en Londres no es corrupción, pregunto.
No pequemos de santos. Darnos golpes de pecho, repitiendo ¡por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa!, no nos hace santos ni se borran los pecados.
Qué vergüenza que la 60 Legislatura en el Estado de México sea una extraña y pestilente masa de intereses. Todos los colores y siglas partidistas se encuentran revueltas porque existe un «Pacto de Diputados» para hacer su regalada gana.
«Representantes del pueblo». Yo mejor sólo que mal representado.
Tal vez lloré o tal vez reí/ tal vez gané o tal vez perdí/ ahora sé que fui feliz y si lloré también amé, puedo seguir hasta el final…A mi manerA.
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