martes, noviembre 5, 2024
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Desarrollo: nuestros retos y áreas de oportunidad

POR José MANZUR

El pasado 9 de agosto se conmemoró el “Día de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos”, pudimos ser testigos de como gran parte de nuestra clase política se sumó a la celebración mediante contenido multimedia que hacía alusión a dicha efeméride, buscando así generar empatía como si realmente nuestros indígenas fueran prioridad en la agenda nacional.

 

Como mexicanos, estamos en deuda con nuestros pueblos y comunidades indígenas, mismos que son motivo de orgullo, tradición y que se han encargado de forjar nuestra inigualable identidad nacional. Sin embargo, para quienes estamos orgullosos de nuestras raíces es triste ver que la clase política ha aprendido a retomar esta agenda y explotarla solamente durante periodos electorales, para después dejarlos en el olvido.

 

México es un país que tiene diversas realidades dentro de su territorio, en el cual, un joven perteneciente a los deciles más altos puede conducir por tres minutos y llegar a la universidad; o un niño puede caminar por la sierra de Guerrero durante tres horas para llegar a una techumbre donde con dificultades, le imparten clases .

 

Nuestro país es tan complejo que alberga a un aproximado de 15 millones de indígenas distribuidos en 56 grupos étnicos a nivel nacional, que en su mayoría comparten un común denominador: pobreza extrema, carencias en materia de servicios públicos (agua potable, electricidad, alumbrado público, hacinamiento), barreras lingüísticas, limitado o nulo acceso a servicios públicos de salud, hambre, entre muchas más deficiencias que no les permiten vivir, sino subsistir.

 

Sin duda, el sureste mexicano es donde se encuentran los mayores asentamientos de pueblos indígenas, lo cual evidencía los complejos retos que históricamente nuestros gobiernos no han sido capaces de superar. Habrá que preguntarnos si la verdadera solución a estas deficiencias es la caridad y distribución de programas clientelares; o en su defecto, la generación de infraestructura y condiciones que permitan superar la famosa trampa de la pobreza.

 

En teorías de política pública, existen dos criterios que son fundamentales para su planeación, evaluación y ejecución: costo y beneficio. El problema que enfrentan este tipo de comunidades es que al ser pequeñas y estar alejadas, el gobierno no ve rentable destinar recursos públicos para infraestructura y generación de condiciones (clínicas, escuelas, desarrollos turísticos) que les permitan el acceso a un mejor nivel de vida, y prefieren aplicarlos en otros proyectos.

 

Como país, debemos generar mejores condiciones para nuestros pueblos indígenas, y poco más de 60 millones de mexicanos padeciendo la pobreza, debemos voltear a ver nuevos criterios y planes que nos permitan generar mejores condiciones que den reverso a nuestra realidad actual, y entornos que pongan fin a estigmas sociales: si nace pobre, muere pobre.

 

La educación es sin duda la base y el principal detonante para cualquier sociedad. Hemos visto países que han apostado por vencer el analfabetismo mediante la planeación y ejecución de políticas educativas y no sólo lo vencieron; sino que con el tiempo y perfeccionamiento de la misma, se han apalancado al primer mundo. Derivado de las grandes mejoras en materia social que ésta trae consigo.

 

Es inaudito que formemos parte del G20, siendo este un reducido grupo de países con alto potencial económico, industrial, social; y que al mismo tiempo, de cada 10 niños que entran a la primaria, solamente uno concluya sus estudios universitarios. Esta es realmente la gran deficiencia que a lo largo de nuestra historia, nos ha impedido progresar como nación.

 

 

Es momento de adoptar nuevos criterios de política pública que nos permitan cumplir con los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) planteados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mismos que tienen como principal bandera ir aminorando gradualmente hasta en la medida de lo posible erradicar los principales problemas que frenan e impiden el desarrollo de cualquier país.

 

Cabe mencionar que los ODS, han sido estudiados y perfeccionados por diversos especialistas, científicos, políticos y académicos. Algunos de ellos son los siguientes: Fin de la Pobreza, Hambre Cero, Educación de Calidad, Igualdad de Género, Salud y Bienestar, Energía Asequible y No Contaminante, entre otros. Lo curioso es que estas agendas han sido principalmente adoptadas e impulsadas por países primermundistas, quienes son testigos de la relevancia de estos temas para alcanzar mejores condiciones como país.

 

Dado que las necesidades son múltiples y los recursos escasos, debemos aprender a priorizar en materia de políticas públicas para garantizar que cada peso gastado del erario, se destine a proyectos que tengan un impacto positivo y que además, generen mejores condiciones para que los menos aventajados puedan no sólo subsistir, sino superarse y tener una vida digna.

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