LAS IMÁGENES EN LA ERA DE LAS REDES SOCIALES
Las reflexiones de temas contemporáneos siempre entrañan una complejidad
añadida a la hora de engarzar el conocer general con una teorización
fundamentada que establezca una base conceptual consistente y objetiva.
La temática más que actual y permisible para su análisis debe ser desenvuelta
desde el ideal de imagen y su recepción para con las tecnologías modernas en El
ver de lo social media como Instagram, Tik Tok, Facebook y Twitter ( en ese
orden).
En el plano imaginativo debemos crear un viaje lineal partiendo del surgir de la
imagen y su acogida en la actualidad; para posteriormente reflexionar sobre como
recibimos y miramos el actual sustento visual de la red, para comprender la
influencia y papel de lo que representa la imagen, cuya base argumental pivota en
torno a la recurrencia filosófica y los estudios académicos. Percepción, recepción y
desarrollo son los tres ejes que permiten engarzar una lectura que conjuga una
visión histórico-evolutiva a través de los diferentes periodos y contextos sociales
con un trasfondo crítico al actual alcance de la imagen.
Por lo anterior, los mayores paralelismos investigan los puntos de unión, y sus
contraposiciones, entre la era pre-internet y la era post media en la que el modo
de comprender este elemento ha permutado completamente de un punto de vista
reflexivo a un punto de vista de la inmediatez de la impresión más banal. Es claro
el puente entre las sociedades pasadas en las que los objetos contaban con un
gran valor de permanencia, como sucedía con los gabinetes de curiosidades, a
una sociedad en la que la obsolescencia del producto ha supuesto su consumo en
el ahora siendo el presente es único momento relevante o de desarrollo.
Debemos entender el concepto de presente como aquel en el que observador e
imagen confluyen, éste no tiene por qué ser el momento de creación de la
segunda sino el momento de recepción de la misma en nuestras mentes; dentro
de esta periodización es clave comprender la imagen y como, hoy día, ha
cambiado; al igual que su plataforma de transmisión, así como su sistema de
representación de cara a una simplificación al alcance del común general.
Un modo de dar forma a la infinitud de datos existentes, algo realmente
inabarcable cuya traducción las vuelve comprensibles en donde la web no deja de
ser un gran diagrama de flujo cuyo complejo dibujo nos revierte a la idea de diseño
original como una cartografía a través de la que poder orientarnos. La imagen
debe ser un reflejo de libertad y espontaneidad, reflexiona el autor, pero vivimos
en un mundo en el que ha adquirido el valor de generar una posición social, un
escaparate con una capa de “filtros” que no muestra más que una realidad adulterada en la que se busca una auto-representación de un modo empoderado o de aceptación social.
En este punto podemos exponer problemáticas y críticas al actual uso de la
imagen como catalizador comercial de aquellas vidas o modelos que llevan a cabo
los famosos o los actualmente denominados influencers o celebrities, lo cual gira
entorno a la idealización y preparación cuidada de una imagen que parece fruto de
la espontaneidad pero que en realidad no es sino un cuidado trabajo en el que la
sociedad vuelca la idealización de aquello que desea alcanzar a través de las
plataformas.
Todo esto pone en tela de juicio la originalidad de la imagen que con el proceso de
digitalización también ha perdido su corporeidad dando lugar a un algoritmo que
es en realidad el negativo de la imagen con cambios transversales guiados a los
nuevos conceptos de imagen como GIF, meme, selfie, etc. que se convierten en
los protagonistas de una lectura sobre la permutación y casi deturpación que ha
sufrido su deslocalización como descontextualizado de su momento y lugar en un
estándar en el que producción y reproducción han visto diezmada su línea de
intromisión hasta la propia desaparición.