POR Yuritzi BECERRIL-TINOCO
Damien Hisrst posa incólume delante de su Zebra en la increíble noche de 2008. En esta velada sin precedentes, Hirst ha ganado 111 millones de libras esterlinas, Sotheby’s ha subastado toda la exposición. La primera vez para un autor único. Su mirada, sin embargo no parece la de un hombre que se acaba de hacer rico, más bien, es la de un empresario exitoso, egresado de una de las escuelas mejor calificadas en el Reino Unido. Nada que no esperase cualquier británico formado en los altos estándares de la excelencia, los negocios y el éxito, a quien el talento tampoco ha sido negado. Hirst, al parecer, es un hombre talentoso. También es un artista y un hombre de negocios. La traducción del valor simbólico en capital está sujeto a la especulación financiera, esa actividad embriagante que moviliza la materia volátil del mundo.
La mirada de Jeff Koons, en cambio, es más simple. Podría decirse que posee la inocencia y la pureza de la mirada infantil, es justo el gesto que se observa mientras abraza uno de sus puppets el que delata la sencillez de su mirada. Deja ver la sensibilidad que en el imaginario poseen los artistas. Koons es un artista. Sin embargo hay un detalle, el adjetivo más adecuado para un corredor de bolsa de Wall Street no es el de un sujeto ingenuo y quizá tampoco simple, más bien dicho, habría que pensar en la mirada calculadora y perversa de los hombres de negocios. Koons es un hombre de negocios. No hace falta sin embargo entretenerse en conjeturas estériles si el mercado del arte está rebosante, brilla con los colores pop de las esculturas gigantes de Koons. El mundo es bello y el capital está para comprarlo. Koons ha empleado en su taller a unos treinta ayudantes y creativos, su obra única y espectacular no dejará de embellecer los mejores espacios del lujo y el capital, museos incluidos. Ha confeccionado perritos de globo cristal en varios colores: amarillo, azul, magenta, rojo y naranja. Ningún magnate que se precie de buen gusto se quedará sin un ejemplar. Francois Pinault y Eli Bread levantan las copas y respiran satisfechos el Aire de Paris que impregna el ambiente de las casas de subasta, el éter del arte. En el 20 Rockefeller Plaza de New York, la casa Christie’s ha vendido el perro naranja de Koons en US $58.405.00, con lo cual la escultura acumula el record mundial de la obra de arte más cara vendida por un artista vivo.
Damien Hirst y Jeff Koons se reparten el mercado del arte como grandes amigos. Esta es la escena que dibuja Houellebecq en El Mapa y el Territorio, donde ambos amigos comparten la tarde en un lujoso departamento de la ciudad de Qatar o de Dubai. El círculo social de ambos artistas es selecto. En la galería de Vauxhall en Newport Street en Londres, Hirst alberga a otros artistas que componen su colección: Francis Bacon, Banksy, Tracey Emin, Richard Hamilton, Jeff Koons, Sarah Lucas, Pablo Picasso, Richard Prince, Haim Steinbach y Gavin Turk posan en las delicadas vitrinas de la galería del South Bank. A diferencia de varios de ellos Koons está vivo. 16 de Otubre de 2016, la Newport Street Gallery acaba de inaugurar una exposición paradigmática, Damien Hirst presenta la mayor retrospectiva de Jeff Koons. Esto es, un artista célebre presenta a otro artista célebre dibujando un círculo perfecto, como si el mundo del arte, es decir, como si El Mundo empezara y terminara ahí, en ese cuadro pintado por Houellebecq.
En la imagen:
Título: Damien Hirst y Jeff Koons se reparten el mercado del arte inspirada en la obra artística del personaje ficticio Jed Martin de Michel Houellebecq en el libro “El mapay el territorio” Fuente: Franz Teller, fotografía tomada de Wikimedia.org.