POR Alberto ABREGO
“Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana”
Albert Einstein
Al momento de cerrar estas líneas, según fuentes oficiales la cifra de contagiados por covid en México es de un millón 36 719, mientras que los decesos registran un total de 101 550. El Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, en base al comportamiento del virus y de la población, pronosticó que para el 1 de diciembre en México habrá por lo menos 130 mil muertes, número que disminuiría a 121 víctimas si se adquiriera conciencia colectiva y la población en general usara de manera responsable el cubrebocas, mientras que con el relajamiento de las medidas, llegaríamos a más de 177 mil muertos.
Son datos oficiales, aunque se dice que la cifra real de víctimas del coronavirus ha superado los 200 mil en nuestro país.
Números más, números menos, lo cierto es que la información que nos llega y la forma en que muchas personas reaccionan no son coherentes, porque no hacen caso del peligro que representa un virus que está matando gente indiscriminadamente. ¿Por qué no se informan adecuadamente?, ¿por qué son tan tontos, por decir lo menos?
¿Qué pasa por la cabeza aquellos que organizan fiestas irresponsablemente?, ¿los que se niegan a usar el tapabocas con el argumento idiota de que es incómodo?, ¿los que no pueden quedarse en casa “porque se aburren?”, ¿los que abarrotan los tianguis y calles sin las mínimas medidas de seguridad?, ¿qué pasó por la cabeza de la mujer que en Irlanda sacaron de un avión por negarse a usar cubrebocas y empezó a toser a propósito a los pasajeros?, ¿Qué pensará el presidente brasileño al decir que la pandemia fue “sobredimensionada” habiendo más de 170 mil muertes en su país?, ¿cuál será la intención de algunos artistas del espectáculo, políticos, periodistas youtubers, y líderes de opinión al propagar irresponsablemente la idea de que el cubrebocas no protege?, ¿qué nivel de conciencia tienen aquellos que aprovechan el poco tránsito vehicular para salir a hacer diligencias que no son indispensables?, ¿los que se burlan cuando son evidenciados en programas de televisión? creo que solo existe una respuesta: son estúpidos.
El coronavirus ha destapado una realidad que en menor o mayor medida estaba oculta, hay demasiados estúpidos, y ellos, afirman los estudiosos, son más peligrosos que los malvados, pues no existe defensa para su modo de actuar, errática, sin método ni estrategia,. Nos autonombramos Homo Sapiens (hombre sabio), pero en muchas ocasiones, como esta,se ha demostrado que nos queda demasiado grande el majestuoso nombre que nos dimos, pues el ser humano es la única especie en el mundo capaz de entender el concepto de estupidez, y pese a ello, usarlo en perjuicio propio.
Y los hay en todos los ámbitos: algunos grandes empresarios, que no les importa el riesgo de sus empleados y los obligan a trabajar sin proveerles de protección adecuada, algunos políticos que desestiman las cifras del coronavirus e ignoran en dolor del pueblo, algunos personajes de la farándula que aprovechan los medios para enviar mensajes equivocados e irresponsables, o ciudadanos de a pie, negligentes, indiferentes e ignorantes que propagan el virus al mismo tiempo que reparten sonrisas idiotas y frases de “no pasa nada”.
Nuestra constitución protege a todos, incluso a los estúpidos, pero la imbecilidad y la estupidez deberían tener un castigo en este tipo de circunstancias. El virus en nuestro país tiene un 11 por ciento de mortalidad (de los más alto del mundo), para el que se recomiendan ciertas medidas de prevención y ya se está preparando una, pero lamentablemente para la estupidez no existe tratamiento, y no hay poder humano que los haga entender que propagan rápidamente el virus de fiesta en fiesta.
Cientos de miles de muertos en el mundo no han sido suficientes para adquirir un poco de conciencia, miles de familias atormentadas, impotentes y sin apoyo, fallecidos solitarios y personas vulnerables seguirán sumándose a la estadística en una sociedad que ha evidenciado indiferencia e irresponsabilidad en muchos de sus miembros.
Sabemos que el coronavirus mata, pero no nos habíamos percatado hasta qué punto nos mostraría la cantidad de estúpidos en una sociedad. Sabemos también que esta pandemia pasará, pero vendrán otras, y si seguimos mirando estúpidamente hacia otro lado y no hacemos caso de estas señales de la naturaleza y de las alarmas de la comunidad científica sobre el cambio climático y el cuidado del planeta, seremos testigos de catástrofes cada vez mayores que llegarán a ser irreversibles.
La única esperanza es una preparación consciente y responsable desde la niñez, con valores y principios, pero para ello también se necesitan adultos con valores y principios que los transmitan, y de eso adolece mucho nuestra sociedad hoy en día.
La estupidez es la mejor aliada del coronavirus y de todos los males, y contra eso no hay vacuna.