Por Óscar GLENN
Debimos hacer un cambio súbito en los temas a comentar por la nada despreciable información sobre la renuncia de Manlio Fabio Beltrones a la presidencia del PRI, luego de los malos resultados electorales, reconociendo que hay retos que no siempre se pueden resolver y es de subrayar que exprese que tras el balance de lo ocurrido el 5 de junio pasado donde el tricolor perdió posiciones de gobierno de gran relevancia, aseguré que «es necesario corregir errores y sancionar conductas… es necesario atender a las demandas de castigo que se exigen».
Lo que hoy pasa en el PRI es quizá la mejor muestra de reconocimiento de la gran crisis por la que atraviesan, crisis de credibilidad interna que no acepta simulaciones ni autocomplacencias, deterioro del que el mismo capitán no puede sacar al barco, y tampoco tenía como opción endosar otra costosa factura al presidente de México, a quién abiertamente nadie de sus correligionarios responsabilizó por la debacle.
Con la animadversión ya ahorrada, entrar a la discusión de la leyes anticorrupción y no haber aprobado de entrada la publicidad de las declaraciones de bienes, impuestos y conflictos de interés, con argumento o si él fue mala circunstancia, pues refrendó la idea que para el partido en el gobierno las necesidades y prioridades de los ciudadanos no iban por delante de todo, cualquier cosa dicha después ya no sería escuchada.
Ahora la tensión generada en Oaxaca donde se imputa a la Policía Federal haber recurrido a la fuerza excesiva para replegar a manifestantes de la CNTE -renuentes a la Reforma Educativa- dejando como saldo seis personas muertas y decenas de heridos, es otro elemento que tendrían que sumar a la lista de episodios que desprestigian y desgastan al ejecutivo federal en una gestión que va de lo esperanzador y optimista a lo desastroso, cuando menos en términos de la opinión pública, que hoy está visto, si puede traducirse en votos.
En este contexto, la permanencia del señor Beltrones ya estaba sonando a soberbia y necedad, el mal que ignoraron y los puso en serios aprietos, al continuar en esa actitud equivalía a prolongar la agonía con optimismo infundado. Dejar al partido es la segunda maniobra mediática más eficaz para dar idea que realmente la restauración está en camino, pero falta todo el resto del trabajo y la disyuntiva empezará por la selección del nuevo capitán que tenga la autoridad para dar certeza al nuevo rumbo.
PROVOCACIONES:
COMPARACIÓN: En el PRD curiosamente, también en la víspera de un cambio de dirigente nacional tras la dimisión de Agustin Basave, por la ingobernabilidad que generan las corrientes del partido, el panorama se ve más complicado, llegar a un acuerdo para ungir a un personaje con autoridad y capacidad de reacción rápida y eficaz, será una gran primera prueba para creer o no en su mejor futuro inmediato.
ASTUCIA: Para el Instituto Electoral del Estado de México, no hay mayor problema en que algunos actores políticos, con partido o sin él, revelen desde ahora sus aspiraciones a la gubernatura y empiecen su periplo para conseguir simpatías, a decir del consejero presidente, es el momento que la ciudadanía ponga ojo en las propuestas y la seriedad de los aspirantes para empezar a tomar decisiones, síntoma de una especie de madurez democrática. Ojalá sirva de algo más que ruido.
SUSPICACIA: En medio de la confusión, que la PGR sea la instancia encargada de investigar quienes fueron los autores de las agresiones, daños y muertes tras los enfrentamientos en Oaxaca entre profesores y policías federales, no parece lo más alentador; sin embargo, es la mínima respuesta que puede dar el gobierno federal para distender la situación.
Las sanciones para policías que eventualmente abusaron de la fuerza es una posibilidad, encontrar provocadores y miembros de la CNTE como causantes de daño también es otra que quizá no gustará, pero la única forma de salir del atolladero es despejar dudas y dar así paso al diálogo necesario. Lo que no se necesitaba en México ocurrió. El daño está hecho, necesitamos un buen restaurador, no sólo un duro.
C O R D I A L M E N T E
OSCAR GLENN MORALES
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